viernes, 28 de febrero de 2020

DÍA DE ANDALUCÍA 2020

Se celebra hoy el Día de Andalucía y no quiero que pase sin dedicar mi pequeño homenaje al Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante Perez de Vargas, fusilado el 11 de agosto de 1936, por el terrible crimen de "significarse como propagandista de un partido andalucista o regionalista andaluz".
En el verano de 1952, conocí a su hijo Luis en unas curiosas circunstancias que nunca olvidaré. Estaba yo haciendo el servicio militar en Tablada y vivía en la casa de mi abuela en el barrio de El Porvenir. Como estaba destinado, como ayudante de meteorología, al Aeropuerto de San Pablo y hacíamos turnos de ocho horas, tenía bastante tiempo libre para reunirme con una pandilla de chicos y chicas de los pisos de la estación de autobuses del Prado de San Sebastián y alrrededores. Algunas de las chicas pasaban el verano con la familia en la playa de Rota y como yo andaba bastante encandilado con una de ellas, aproveché un fin de semana que tenía libre y el domingo  cogí un autobús y me fui a verla. Nos encontramos y me dijo que estaríamos con la pandilla y que también había llegado otro amigo suyo, al parecer con las misma pretensiones que yo. Me lo presentó y toda la pandilla de amigos pasamos el día en la playa. No voy a mencionar nombres de chicas, por respeto a las que puedan seguir en esta vida, naturalmente con más de ochenta años. Pero si el de mi contrincante en amores que se llamaba Luis Infante. Lo único que supe de él ese día es que era torero con los hermanos Peralta y vivía en Coria del Rio.
Avanzada la tarde empecé a despedirme para coger el autobús de vuelta a Sevilla y Luis me ofreció que me quedara y que podía llevarme en su coche. Acepté con mucho gusto y contento de poder continuar unas horas más en muy buena compañía. Cuando las chicas se marcharon a su casas, en aquellos años era antes de las doce de la noche, fuimos en busca de otros dos pasajeros para Sevilla. Un torero mejicano, Antonio Toscano y Eduardo Juliá, cuyo padre tenía entonces un bar frente al cine Coliseo.
Comenzamos el camino después de las doce y de tomar una copa o más. En aquello años no había controles de alcoholemia. Bajando la cuesta que terminaba en la famosa y peligrosa curva de el Cuervo, el coche cogió velocidad y Antonio, de copiloto avisó a Luis, que frenó demasiado de prisa e hizo que el coche patinara y volcara para quedar sobre un lado en medio de la carretera. Afortunadamente no pasó nada, solo pequeñas contusiones y un corte el una mano de Luis al salir por una ventana con el cristal roto.
A partir de ese accidente nos hicimos buenos amigos y Luis y yo nos olvidamos de aquella chica y poco más tarde conocimos a dos hermanas con las que mantuvimos noviazgo, Luis más corto que yo. Pero lo suficiente para incrementar nuestra amistad, teniendo la oportunidad de conocer a su madre, Angustia García Parias y sus hermanas Luisa, Ángeles y Alegría. Entonces conocí la triste historia de su padre, que parecía olvidado y del que no se hablaba en Sevilla, quizás por sentirse culpable de su fusilamiento, del que nunca oí hablar a su propia familia. Perdimos el contacto en 1962 cuando yo marché al Reino Unido.
Despacho de Blas Infante en su casa de Coria.
Durante la Transición se publicó toda la vida de Blas Infante y su trayectoria política, que pude conocer a través de  varios libros. De ahí nació el Partido Andalucista, considerado de centro-izquierda, que tuvo bastante protagonismo, con cinco diputados en el Parlamento Español y varia alcaldías en las principales ciudades andaluzas, durante vario años, pero que desgraciadamente se disolvió en el Congreso celebrado en Torremolinos en el 2015.
Volví a tener contacto con la familia poco antes de volver a España. Supe que hacía tiempo que Luis vivía en Holanda y a trasvés de su hermana Alegría, que me proporcionó un teléfono, pude tras varios intentos, conectar con un amigo que me informó de que Luis estaba ingresado en un hospital. Allí falleció, lejos de su familia, de sus amigos y de la Sevilla que tanto amó.

martes, 11 de febrero de 2020

LO ÚLTIMO DEL P S O E

La señora Lastra, Portavoz del Partido Socialista en el Congreso de los Diputados (que según la Real Academia de la Lengua Española, incluye a las Diputadas), se ha dejado caer, para "mejorar" a los comunistas, sus socios podemitas, asegurando que "Exhumaremos a las víctimas que aún yacen en las fosas comunes. Retiraremos las simbologías franquistas que aún queda en lugares públicos. Reformaremos el Código Penal, para que la apología y la exaltación del franquismo sean al fin un delito".  ¡Chúpate esa! diría mi amigo Gracián. ¡Me veo en la cárcel! digo yo, como me registren el despacho.
Supongo que querrá decir "los restos de las víctimas", porque las víctimas, están en la eternidad, en el recuerdo o posiblemente en el cielo. Porque en las fosas comunes se encuentran restos, que no tienen nada que ver con las víctimas de la guerra que algunos tratan de repetir. En  nuestro pueblo se ha profanado medio cementerio, se han exhumado montones de restos, no se han encontrado los de las pobres mujeres fusiladas, parece ser que si han aparecido los de los Guardias Civiles que murieron defendiendo su Cuartel del asalto de las hordas marxistas, llamados "rojos" y, para colmo, no sabemos que han hecho con los restos hallados o a quiénes pertenecen. Silencio total por parte de las autoridades que deben estar arrepentidos de semejante profanación y deberían dar excusas públicas a las familias de los afectados por esa masiva profanación. Entre otras cosas, por el dinero inútilmente despilfarrado. 
¿Sabremos algún día cuanto ha costado el retirar las simbologías  franquistas de los lugares públicos? ¿A dónde han ido a parar las obras de arte que eran las estatuas, a pie o a caballo, del Jefe del Estado Español, que ha pasado a la Historia como vencedor del comunismo? ¿Se ha tenido en cuenta el dinero y el trastorno a los habitantes de plazas y calles, que han tenido que cambiar su dirección por Plazas de la Constitución, por calles Santiago Carrillo, Dolores Ibarruchi, Miguel Hernandez o García Lorca, cuyos restos siguen inútilmente buscando, para colmo contra la voluntad de sus familiares.
Todavía es más curioso la promesa de cambiar el Código Penal para considerar un delito la apología o exaltación del franquismo. Estos son los que presumen de libertad. Será libertad para insultar a Su Majestad el Rey, quemar la bandera de España, pitar al Himno Nacional, agredir a la Policía, robar dinero público, desobedecer las sentencias judiciales, promover la pornografía, abortar a los que van a nacer o matar a los que quieren morir. Y yo me pregunto: ¿Llevarán a juicio a tantos escritores,  periodistas, oradores o simples ciudadanos, españoles y extranjeros, que hemos  mostrado nuestra admiración por Franco?.
Pues que empiecen, como ha hecho el Gobierno Chino con el nuevo hospital para luchar contra la epidemia del coronavirus, a construir cárceles para los delincuentes franquistas porque no vamos a caber en las actuales, aunque dejen salir a los terroristas, a los violadores y a los políticos presos. Si Unamuno dijo: "Me duele España", digamos nosotros con fuerza: ¡Arriba España!