martes, 2 de septiembre de 2014

TABERNA "EL TRAGA"

Así se llamaba una de las tabernas más famosas de Sevilla desde los años de la posguerra. que desgraciadamente ya no existe. Estaba en una calle, cuyo nombre no puedo acordarme, paralela a la Avenida (ahora de la Constitución). Entrando por García de Vinuesa, la primera a la izquierda", frente a Casa Morales. Tenía enfrente el Bar Valentino, famoso por sus chicas, que estaba justamente a la espalda del Aeroclub, desde el que, según las "malas lenguas, se podía acceder directamente por una discreta puerta sin salir a la calle.
Retrato de Nell Gwynn
Como "la jodienda no tiene enmienda", a mi me recuerda la historia de la casa de Nell Gwynn en Windsor, (posteriormente convertida en "Tea room" con el mismo nombre) que tenía un pasadizo oculto hasta el Castillo para las secretas visitas del Rey Carlos II. Nell, allá por los años mil seiscientos, era hija de una prostituta que empezó su carrera vendiendo naranjas, fue famosa actriz y amante del rey Carlos II. Ella le llamaba "mi Carlos III", por la simple razón de que anteriormente había tenido dos amantes llamados Carlos. Nell tenía su casa en Londres cerca del Palacio de Buckinham, no se si también con pasadizo secreto, pero el Rey le puso otra en Windsor, donde pasaba mucho tiempo. Estuve varias veces el la Casa de Te y todas las camareras contaban la historia a los clientes.
A lo que iba. Ayer me encontré entre los libros que estoy empaquetando ese que habéis visto ahí arriba. No solo me ha recordado al autor, compañero de colegio de Villasis a quién le perdí el rumbo cuando me fui al Reino Unido y volví a encontrar solo una vez cuando volví, sino a los dueños de El Traga y una época nunca olvidada.
Vicente y Eduardo Rodriguez Carmona  eran una pareja de hermanos muy compenetrados, aunque distintos, Vicente se ocupaba de "relaciones públicas" atrayendo clientes y Eduardo se encargaba de "atención al cliente". Ambos eran expertos en sus respectivos cometidos. A Vicente le llamaban "Tagatapas", vaya usted a sabar porqué, y de ahí pasó al "Traga" y por tanto Eduardo al "Traga II".
Por los año cincuentas, del pasado siglo solíamos visitar El Traga casi todos los fines de semana, tres parejas amigas. Una pareja ya casada, otra que se casó por entonces y la mía, que se disolvió en el recuerdo cuando me fui al Reino Unido. Cuando volví, ya casado con "cura y to", como decía mi amigo Gracián, fui a visitar a Eduardo, Vicente había muerto en 1982, y a mi mujer, le cayó tan simpático, que desde entonces se hizo obligada visita cada vez que veníamos a Sevilla. Se entendían perfectamente en el "spaninglish" de Patricia y el "ingléspañol" de Eduardo que presumía de haber invitado a la Princesa Margarita, hermana de la Reina Isabel, una vez que la vio pasar. Ya El Traga no era lo mismo, tampoco lo era Sevilla, la clientela de los años 50 y 60 ya no estaba. Algunos habían muerto, otros habían sentado la cabeza y otros ya no bebíamos como antes. De entonces recuerdo a algunos personajes como La Simona, que se hacía pasar por marica para divertir a los señoritos y que luego se casó y tubo varios hijos, los hermanos Reyes que nos deleitaban con sus sevillanas y los hermanos Toronjo que nos emocionaban con su fandanguillos. Los últimos que recuerdo de mi último años en Sevilla fueron los compañeros de colegio Juan Guardiola y su inseparable Basilio Soto y los tres actores de "Lawrence of Arabia", que se estaba rodando en Sevilla: Peter O`Toole, Omar Sharif y Anthony Quinn. Casi todas las noches terminaban en El Traga.
 El primero bebía whisky directamente de la botella y Eduardo le tenía que pedir y pagar un taxis para que lo llevara al AlfonsoXIII. El segundo bebía solo coñac y el tercero, con sangre hispana, pedía Rioja con acento mejicano. El estreno de la película lo vi en Londres, pero no salía El Traga. Y los ingleses no se creían que hubiera conocido a los tres actores en un bar de Sevilla.
Visité a Eduardo varias veces, hasta que nos vinimos a vivir a Higuera en 1996. El murió un año más tarde. No quiero contar más cosas para no plagiar a Garmendia, aunque ya no me pueda demandar. Así que si siente curiosidad, mejor que compre el libro, porque el mío ya tiene destino y no se puede prestar. 


Eduardo y su sobrina