jueves, 14 de agosto de 2014

EL CASO GÜRTEL

Hace un par de días recibí un correo invitándome a firmar una petición para la concesión de la Medalla del Merito al Trabajo a favor de doña Ana Garrido, funcionaria del Ayuntamiento de Boadilla del Monte, por su descubrimiento y denuncia de lo que se ha convertido en la famosa Trama Gürtel. 
No he firmado la petición porque me parece que lo que hizo la señora Garrido fue simplemente cumplir con su obligación, por lo cual me permito felicitarla. Creo que demostró un firme valor y mucho coraje, de lo que desgraciadamente no todos los funcionarios pueden presumir, aunque es así como deberían funcionar.
Sin petición pública alguna, el diaría El País recibió en 2010 el premio Ottega y Gasset de Periodismo por el amplio reportaje publicado sobre el caso. Nada extraño, ya que el instructor del caso era el "Estrellado" Juez Garzón que lo llevó durante tres años hasta que fue condenado a once  años de inhabilitación en febrero de 2012. Pasó el caso a otro juez, Antonio María Pedreira y luego a Pablo Ruz en cuyas manos está actualmente.
Durante cinco años y medio el caso ha tenido amplia cobertura en prensa, radio, televisión, debates políticos, vídeos y redes sociales por la presunta vinculación del Partido Popular, cuyo extesorero, Luis Bárcenas ya está en prisión. Todos contra el Partido Popular, era el lema de Zapatero que heredó Rubalcaba y también ha heredado Sanchez, sin acordarse de aquello de "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra", y utilizando el "y tu más", para tapar las propias vergüenzas. 
Espero que el Juez Ruz llegue pronto al final de la instrucción y los culpables, sea quienes sean, paguen lo que les corresponda y los inocentes puedan continuar su vida y su labor en paz.
La que ha llegado al final de la instrucción del caso de los EREs andaluces ha sido la Juez Alaya, que ya ha pasado el caso al Tribunal Supremo que tendrá que juzgar a los principales imputados. La Juez Alaya acusa a los dos expresidentes de la Junta, Chaves y Griñán, junto a cinco consejeros con serios indicios de delito por la participación del diseño de la trama del fraude calculado en 1,200 millones de euros. ABC de ayer, periódico que tiene eñ honor de haber sido el descubridor de la Trama, publicaba ayer una amplia información del caso, que merece la pena de leer detenidamente. Son 201 imputado, entre aforados, personal de Hacienda, Innovación y Empleo, sindicatos, UGT, empresas, sociedades e intrusos. Vamos, que no se escapa ni el apuntador. Entre ellos, la famosa Madalena Álvarez, exconsejera de la Junta, exminitra de Zapatero y exconsejera del Banco Europeo de Inversiones, a quién lo dieron el título de Lady Aviaco. Ya pueden figurarse como le gustaban los vuelos. También el Rey de la Cocaina, Francisco Javier Guerrero exdirector de Trabajo, que ya ha estado dos veces en la cárcel y está libre después de pagar una suculenta fianza.
La Juez Alaya si que merece una medalla, En este caso la Medalla del Sufrimiento por la Patria por lo que ha tenido que aguantar de presiones, acoso, descalificaciones y hasta insultos personales.
Habrá que esperar a que  el Tribunal Supremo no se duerma y podamos saber pronto el resultado de la sentencia. Una dura sentencia es de esperar, para que sirva de ejemplo a los políticos, me refiero a los dos casos mencionados que concierne al PSOE y al PP y a todos lo demás repartidos por lo tribunales de todo el país, y que sirva para la regeneración de una clase, la política, que anda muy mal tocada. 
Tanto el PP como el PSOE deberían aprovechar esta ocasión para consensuar y aprobar una Ley de Financiación de Partidos, que está pendiente y es tan necesaria. Entre los dos principales partidos pueden hacerlo antes de que Podemos pueda interferir en su propio beneficio. Tanto Pedro Sanchez como Susana Díaz, que parece ser que están de acuerdo en luchar contra la corrupción, pueden y deben hacerlo antes de que España, y sobre todo Andalucía, se conviertan en una república bananera o en un estado africano, donde lo dirigentes viven, no ya como reyes, sino como antiguos faraones, a costa del hambre y la miseria del pueblo.