martes, 4 de mayo de 2010

1º DE MAYO





Ayer lunes debía celebrarse el First of May en el Reino Unido, pero no se si se ha celebrado o no, ya que en plena campaña electoral y tres días antes de las votaciones, es posible que lo hayan dejado para mejor ocasión. He repasado los principales periódicos británicos y ninguno dice nada de semejante celebración. O no la ha habido o ha pasado desapercibida.
Y eso que en los últimos años ha habido problemas, con manifestantes y policía y estos con activistas y provocadores, que han dado bastante tinta. Recuerdo cómo hace unos años, llegaron a poner una máscara de gas a la estatua de Wiston Churchil que está frente al Parlamento, para recordar sus "crímenes". Menos mal que no estaba allí el juez Garzón para empapelarlo.
Pues como no se que pasó ayer en el Reino Unido, he recordado una pequeña historia de hace algunos años, algo así como cuarenta años. Un día de los primeros de mayo coincidí con Manolo y otros compatriotas en el Spaguetti House, donde generalmente íbamos a comer casi todos los españoles que trabajábamos en el Mercado de Govent Garden. Manolo tenía una compañía de importación de frutas y acababa de volver de un viaje de negocios a Valencia, de donde había salido el día 30 de abril. Manolo había sido piloto del Ejercito del Aire y le había cogido la Guerra Civil en el lado republicano. No es que fuera rojo, pero estaba allí y se tuvo que quedar. Era muy ameno y algunas veces nos contabas batallitas, que nos recordaban las de aquél famoso abuelito del TBO. Cuando terminó la Guerra, escapó a Francia, de allí saltó a Inglaterra y después de unos años consiguió montar su negocio de importación de frutas. Se acogió a una de aquellas amnistías que el Gobierno de Franco concedía y fue libre de volver a España sin miedo y sin problemas. Por supuesto le vino muy bien para incrementar su negocio y enviar divisas a España que tanto las necesitaba. Le preguntamos si le había cogido el 1º de Mayo en España y nos contó la siguiente historia:
El 29 de abril estaba en mi habitación del hotel en Valencia haciendo la maleta para volver al día siguiente a Londres, cuando me avisaron de la recepción que había dos señores que querían verme. Como estaba citado con dos exportadores para cenar y despedirme de ellos, le dije a la recepcionista que les pidiera que subieran a la habitación.
Cuando abrí la puerta me encontré con la sorpresa de que eran dos desconocidos que se identificaron como policías.Me sorprendió que al abo de varios años y muchos viajes a España fuera la policía a querer algo conmigo. Les invité a entrar y cuando vieron que tenía la maleta
a medio hacer sobre la cama, me dijeron muy correctamente que perdonara la intromisión, pero que ya veían que estaba preparando la marcha. Entonces le pregunté que por qué, al cabo de tantos viajes sin problemas, ahora venían a comprobar mis andanzas. Me explicaron muy amablemente que a punto de celebrarse el Día del Trabajo, estaban comprobando a todos los que estábamos fichados desde la Guerra porque esperaban que llegaran activistas comunistas del extranjero para aguar la fiesta. Como sabían que a mi me interesaba más la fruta que la política y veían que me marchaba, se volvieron a excusar cuando en ese momento llegaron os amigos que esperaba y los cinco nos fuimos tan amigos a tomar una copa al bar del hotel.
Eso pasaba en España hace cuarenta años, cuando los comunistas aprovechaban cualquier ocasión para tratar de estabilizar el franquismo y la policía controlaba para impedir que eso pasara. Tanto han cambiado las cosas, que ahora, ese día, el 1º de Mayo, los sindicatos de izquierda se manifiestan contra los empresarios, contra el partido de la oposición, contra posibles recortes de prestaciones sociales y a favor del juez Garzón. Pero no se atreven contra un Gobierno, responsable de cuatro millones y medio de parados, porque es quien les paga un buen dinero para que estén calladitos. Al menos, los que se manifestaban en 1970, se jugaban el tipo.