jueves, 30 de agosto de 2018

NO WELCOME

"El rey de España no es bienvenido a los países catalanes".  Eso dice la pancarta que acaban de ver sobre unos balcones y que ABC publica hoy con un fotomontaje de un sonriente Miguel Buch, Consejero de Interior que, cuando los mozos de escuadra iban a retirarla, ordenó que la dejaran.
Esto debería ser la última gota de agua que hace rebosar el vaso de la paciencia del Gobierno español, ya excesivamente lleno de los permanentes desacatos al Rey de todos los españoles y Jefe del Estado, al Gobierno de España, a la Justicia y a la Constitución.
El artículo 155, ¡YA!. Y si hace falta, la Guardia Civil, la Policía Nacional, la Legión, el Ejército, las Fuerzas Aereas, la Marina o lo que haga falta para poner orden y acabar con los delincuentes políticos que han envenenado con sus falsas pretensiones a catalanes, españoles descontentos e inmigrantes (más o menos ilegales) de una quimera independentista que no puedes ser y además, es imposible.
Es curioso, que como repulsa al idioma de todos los españoles, no lo hayan puesto en catalán. Han preferido ponerlo en inglés para que puedan entenderlo en todo el mundo y tratar de reclutar adictos extranjeros para su causa.
El empeño de sacar los asuntos polémicos fuera de España para recabar ayuda internacional, me ha traído a la memoria un hecho ocurrido en Londres en 1993. Paul Preston presentaba su Biografia de Franco en el Instituto Cervantes y una vez terminado en acto, tres parejas amigas decidimos cenar en un "Wine Bar" español en Fulam Road del cercano barrio de Chelsea. Pedimos un vino de Rioja, mientras consultábamos la carta, en inglés y español, de platos típicos españoles. Los calamares fritos su habían terminado, el jamón era italiano, la tortilla española, tenia de española lo mismo que yo de checoslovaco, las gambas al ajillo, ni tenían bastante ajo ni venían de Huelva... En fin, un verdadero desastre del que solo se salvó la simpática y azorada camarera que nos atendía y el Marqués de Murrieta que estaba a la correcta temperatura.
Para colmo nos dimos cuenta de que en una pared había un retrato de Franco colgado boca a bajo. Se lo hicimos notar a la camarera que nos aseguró que a ella no le gustaba pero que eran cosas del manager. Pedimos que vinera para reprocharle el hecho que si bien podría gustarle a algunos españoles, ofendería a otros, y supimos que el tío era italiano. ¿Como se puede dirigir un Wine Bar, considerado español, no siendo español y poner decoración política ofensiva para muchos españoles?. Le recordamos que el "dictador" Franco había muerto en una cama de un hospital, cuando su adorado Mussoline habia sido ejecutado y colgado por los pies junto a Clara Petacci. Por supuesto y después de una buena bronca, nos fuimos sin pagar las dos botellas de Rioja ni el plato de gambas, que fue lo único que consumimos.