martes, 4 de septiembre de 2018

SINDICATO "OT.R.A.S"

El sindicato "Organización de TRAbajadoras Sexuales" es el último globo sonda que ha lanzado el Gobierno de Pedro Sánchez, a quién no hemos votado, para tapar todo los errores cometidos en los últimos tres meses, incluido el de desenterrar al "Dictador", que según el catalán Torra, es un "peligro para Cataluña". Yo no veo más peligro para lo separatistas catalanes que no sea el que, además de desenterrarlo, le encuentren vivo o lo puedan resucitar. Según mi amigo Gracián, "No nos caerá esa breva".
El BOE, que ya tiene nuevo personal (según parece totalmente sin experiencia), publicó el pasado 4 de agosto, la noticia de la constitución de un Sindicato bajo el nombre de Organización de Trabajadoras del Sexo. Al Gobierno no le ha gustado y ya ha anunciado la anulación del mismo. No me voy a meter si eso es legal o no lo es. Para eso están los abogados, los jueces, la Leyes y la Constitución. Lo único que me llama la atención, es que parece ser que ha sido promovido por dos hombres y una mujer. Y siendo de mayoría masculina porqué no "Tabajadoras y Trabajadores, que también los hay. Todo parece indicar que las sindicadas serán "las Trabajadoras". Ya mi amigo Gracián ha simplificado el nombre y le llama el "sindicato de putas", cuando a otros les llama "el puto sindicato. Me van a perdonar si de aquí en adelante uso palabras más o menos malsonantes, pero que están en el Diccionario de la lengua y por tanto se pueden usar.
A mi me parece que las putas tienen perfecto derecho a crear un sindicato que defienda sus derechos, pisoteados por las mafias, que las explotan, las engañan y las obligan, con mucha más violencia que el tradicional chulo que solía vivir de ella. Creo que deben de tener los mismos derechos que el resto de trabajadores, y no me refiero a los obligados a afiliarse a  los sindicatos politizados por los partidos políticos como UGT y CC.OO, sino a los muchos que se ocupan de otras profesiones, como jueces, abogados, médicos, ATS, constructores, artistas, empresarios, músicos, toreros y todos los demás, con cuya interminable lita no quiero aburrrirles.
En mis tiempos de estudiante, en pleno franquismo, asistí con dos amigos a un juicio en el que estaba acusado un conocido por haber organizado una medio batalla campal, en un bar de la Alameda de Hércules, para defender a una chica brutalmente atacada por un cliente. Nuestro conocido le dio una buena paliza y el tío lo denunció. La chica subió a declarar y le preguntaron el nombre la dirección y la profesión. Contestó escuetamente que su profesión era: puta. Ante la sorpresa de todos, sacó un carné para mostrar que allí, ponía eso. Era un carné obligatorio (no existía el DNI  en aquellos tiempos) con el que estaba fichada en la Policía y en un Centro Médico al que tenía que acudir cada semana para control de enfermedades venéreas.
Intentar prohibir a cualquier ciudadano el derecho a crear un sindicato, me parece una aberración y una pérdida absoluta de la libertad que todos debemos tener. Ahora si, lo que me parece muy mal es que los sindicatos autorizados se mantengan a base de dinero del resto de los ciudadanos. Eso si debería preocupar al Gobierno. Libertad, para sindicarse, agruparse, asociarse, alistarse a un partido político o crear un club de algo, toda la necesaria y dentro de las Leyes. Pero que cada uno mantenga el palo de su vela.
O más claro, que lo paguen con su dinero, nuca con el de los demás.
¿Se figura usted lo que supone para los Presupuestos Generales del  Estado si hay que financiar a nuevos sindicatos o asociaciones de putas, maricones, tortilleras, hombres convertidos en mujer, mujeres convertidas en hombres, y "otras clases raras"?. Ya tenemos bastante  con la celebraciones del Día del Orgullo Gay y el dinero que nos cuesta la Organización LGTB. Ya va siendo hora de que acordemos leyes que protejan a los ciudadanos sin necesidad de mamar de la teta gorda del Estado. Y el que quiera algo especial que lo pague de su bolsillo. 
Sería curioso saber cuantas Asociaciones de Mujeres, de Madres y Padres de Alumnos, de Jubilados y todas las demás que han proliferado en todos los pueblos de España, reciben subvenciones del Estado, que no saben como justificar o justifican fraudulentamente, mientras cobran cuotas miserables a sus asociados. 
Solo conozco a una que en su día renunció a la ayuda estatal porque funcionaba con las cuotas de sus afiliados. Véanla.