domingo, 14 de junio de 2015

COMMSUMATUM EST

España vuelve a ser de izquierda. Cosas de la democracia donde el pueblo tiene la potestad de elegir sus gobernantes ya sean de derecha o de izquierda. Dos opciones que suelen alternarse en el poder, manteniéndose mientras lo hacen bien y perdiéndolo cuando lo hace mal. Y "no paaaassssaaa ná", que algo así dice Antonio Burgos.
Lo que pasa en España es diferente. Comenzamos nuestra, todavía joven democracia, con un partido de centro, la UCD o Unión de Centro Democrático. Comenzó la admirada Transición con la restauración de la Monarquía, se aprobó nuestra Constitución, se autorizaron los partidos políticos, se convocaron elecciones y ganó el Centro. España se abrió a Europa y los españoles aceptamos sin problemas y con entusiasmo el nuevo sistema político.
Pero pronto, la discrepancia, la envidia y la ambición política, comenzó a germinar en el partido en el poder, que casi desapareció para dar paso a la izquierda moderada del PSOE, que ganó la segundas elecciones. Hasta ahí lo había predicho Franco en una entrevista concedida a un periodista americano, que leí en la prensa británica.
Continuó una etapa de progreso con el PSOE de Felipe González, moderado, centrado, europeista, que renunció al marxismo y nos gobernó hasta que una crisis económica y casos de corrupción comenzaron  a minar el sistema y llevó al poder al Partido Popular de José María Aznar.
Vinieron otros años de prosperidad, que duró ocho años, Aznar había dicho que no gobernaría más de ese tiempo y cumplió su palabra, dejando como candidato a Mariano Rajoy para que continuara con su programa. Pero vino el inesperado y trágico atentado de 11-M y cambió radicalmente las expectativas del voto. Circunstancia bien aprovechada por el PSOE para culpar al PP y ganar las elecciones. 
Lo demás ya deben saberlo hasta los más jóvenes. La alegría de la  prosperidad y el nivel económico conseguido, convertida pronto en una crisis mundial, negada por el bueno y condescendiente Zapatero, que convocó elecciones anticipadas para salir del Gobierno antes del caos, engañando y negando la terrible situación finaciera a que nos había llevado.
El Gobierno del Partido Popular con Rajoy a la cabeza, nos ha sacado de la ruina económica gracias a las medidas y al enorme sacrificio de los españoles y ahora, que la situación ha mejorado, aunque todavía es mejorable, la propaganda manipulada por los múltiples partidos de izquierda, "todos contra el Partido Popular", ha conseguido quitarle el gobierno de las autonomías y ayuntamientos, en los que no ha conseguido la mayoría absoluta, "sea como sea", con un contubernio político entre los más radicales de la izquierda. En consecuencia, solo conserva las alcaldías de veinte capitales a pesar de haber obtenido mayoría en 40 de ellas. 
Madrid y Barcelona, las dos capitales más importantes de España han caído en manos de dos radicales. Manuela Carmena en Madrid y Ada Colau. Lo primero que han hecho en sus toma de posesión como alcaldesas, ha sido una demostración de banderas republicanas. ¿Cómo se puede jurar o prometer, aunque sea por imperativo legal, nuestra Constitución si no se acepta lo más elemental de ella. Recuerden el apartado 3 del artículo 1 o el 1 del artículo 4. Y si usted no sabe lo que dicen, lea la Constitución y entérese de lo que aprobamos todo los españoles con suficiente mayoría. El 87,78% de los votantes. Si no quiere leerla entera, hágalo al menos en las primeras páginas, le llevará dos minutos.
Por si esto no es bastante, las siguientes capitales, como Valencia y Sevilla, han vuelto a caer en manos de los socialistas. En Valencia con ayuda de nacionalistas y radicales que pretenderán anexionarla a una Cataluña independiente. El Sevilla, menos mal, con ayuda de Ciudadanos, que se dice de centro derecha, pero que ha dejado olvidadas sus principales exigencias sobre la corrupción. Chaves y Griñán siguen en sus puestos.
Quedan seis meses para la elecciones Generales. Tiempo suficiente para ver qué pasa, para rectificar, que es de sabios, y dejarse de radicalismos para centrar su voto por el  bien de España.