viernes, 9 de agosto de 2019

LA PUNTUALIDAD DEL PRESIDENTE

Suelo añadir: "Con votos (aunque no suficientes)", pero desde el día de ayer, se ha ganado otro título: "y sin reloj". No se parece en nada a Cándido Mendez, que coleccionaba Rolex de unos 6,000 € la pieza, pero nunca llegaba tarde a las manifestaciones contra el Gobierno, ni a los mítines con el proletariado.
Llegar tarde a una cita es una descortesía inaceptable, al menos en el Reino Unido, donde es famosa la British punctuality. Se contaba que un Rey en la edad Media, mandaba a los retrasados a morar en la Torre de Londres. Famosa torre junto al Támesis, donde se sabía cuando entraba, pero nunca cuando se salia, generalmente, con los pies por delante. Pero si era cierto que el que llegaba cinco minutos tarde, corría el peligro de que el otro se hubiera marchado. No como en España con aquello de "Te espero a eso de las dos" y el primero llegaba a las dos y media.
Hacer esperar al Rey de España 50 minutos debería ser un delito de Lesa Majestad, con pena de varios años en el Penal del Puerto, con inabilitación por vida de ocupar cargos públicos. ¿Qué le pasaría? porque el Falcon es bastante rapidito.
Como nuestro Rey es una persona educada, esperó y no se sabe que le dijo, aunque nos figuramos que le diría, que si no sabe negociar con la izquierda que negocie con la derecha, pero que se espabile, que ya está bien de perder el tiempo.
Recuerdo una vez, allá por los años ochenta de siglo pasado que quedé con Don Manuel para llevarle del hotel al aeropuerto, y como empezó a llover (cosa frecuente en Londres) le avisé de que le recogería media hora antes, porque ya sabía por experiencia, como se ralentiza la circulación en esos casos. Cuando llegué al hotel diez minutos antes de lo acordado, ya estaba esperando con su maleta y leyendo un periódico. Le pregunté si le había hecho esperar, y contestó que no, pero que el tenía la costumbre de llega antes para que el que llegara después se disculpara y de esa forma ganar el primer set del partido. En sus pocos años de Embajador en Londres y según un Ministro Británico, había aprendido más de costumbres inglesas y del sistema democrático, que él mismo que había nacido allí y llevaba más de veinte años en el Parlamento.
En las cortas declaraciones después de la entrevista, el Presidente aprovecho para pasarle la culpa a la derecha, que no quiere abstenerse, sino votar NO en otra investidura. No quiere darse cuenta de que hay muchos más españoles que no le quieren y que unas posible elecciones con él de candidato, el resultado podría ser mucho peor. Una derecha unida podría obtener la mayoría absoluta y, como dice un sobrino mío, "mandarle a los albañiles". Con lo cual se acabaría el problema.