domingo, 16 de abril de 2017

COSTALEROS AL CIELO

El Jueves Santo acompañé al Padre Edgar a celebrar los Oficios a Jabuguillo. El Padre Edgar es uno de los sacerdotes mejicanos que han acompañado a nuestro Párroco durante estos días de Semana Santa. Son compañeros de estudio y continúan en España hasta finalizar sus estudios de Teología en la Universidad Diocesana de Duesto en Madrid.
Asistimos a los Oficios doce personas, nueve mujeres y tres hombres contando el celebrante y yo. Me llamó la atención que en una pequeña aldea de unos 200 habitantes, solo el 0,05% asistiese a los Oficios de un Jueves Santo. Ocho mujeres entradas en años, una chica joven que acompañaba a una de las mayores y un hombre. Pregunté por pura curiosidad y me dijeron que mucha gente había ido a ver la procesión de Aracena en la que muchos jóvenes salían de costaleros. Comenté con el Padre Edgar en el camino de vuelta cómo la Iglesia no abandona a sus hijo creyentes aunque sean solo un pequeño grupo. Después hize algo de cálculo mental y vi que en Higuera de la Sierra, el porcentaje de los que vamos a Misa cada domingo es más o menos igual o menor. Ha pasado mucho tiempo, desde aquellos años en que había que llegar temprano para coger sitio.
Hablando de los costaleros me vino a la memoria el recuerdo de otro sacerdote mejicano que conocí hace muchos años.
Estudiaba el bachillerato en el colegio de los Jesuitas de Villasís (que luego pasó a Porta Celi) allá por lo años 45 o 46, cuando conocí al Padre Ramón Cué. El Padre Cué, joven recién ordenado había venido a España a estudiar Teoologia y antes de ir a Comillas había planeado visitar Sevilla. Allí pasó, vió, contemplo, vivió y comprendió la Semana Santa y se enamoró de ella. Prometió a sus acompañantes y guias sevillanos, Carlos Acedo Romero, Joaquin González Moreno, Juan Delgado Alba, Julio Martínez Velazco y Manuel Ferrand Bonilla, escribir sus impresiones sobre la Semana Santa sevillana y en 1947 publicó su libro, mitad prosa y mitad poesía, "Como llora Sevilla".
La primera edición se hizo en Sevilla en ese año y también la segunda el año siguinte, Vinieron después cuatro ediciones en Santander, tres en Méjico, dos en la Coruña y la última de la que tengo noticia, en Madrid en 1974. He buscado en Internet y se puede comprar a precios que oscilan de 8 a 34 euros (usados y todos dependiendo de la antigüedad).
El Padre Cué comienza explicando La Teología Sevillana, sigue con la Macarena y finaliza con La Esperanza de Triana, después de un recorrido por toda la simbología de calles, momentos, pasos de palio, candelería, flores,.... sin olvidad a los Costaleros. Les dedica, en prosa y en verso, nada menos que ocho páginas, que he leído con cariño y admiración muchas veces y tengo que confesar que siempre me ha emocionado hasta el punto de que alguna que otra lágrima ha caído sobre el libro. En resumen, el costalero ama a Dios y a su Madre a su manera. Llevándolos con cuidado, con amor, en el anonimato de unas duras trabajaderas ocultas bajo el esplendor de todo lo que va arriba.
Se figura a un costalero llegando a las puertas del cielo con sus alpargatas de esparto, su camiseta sudada y  su costal en la mano. Le abre San Pedro y pregunta:  ¿Quién eres?-Soy costalero de la Pasión de Sevilla.-¿Qué es eso?-Me maravilla que no lo sepa el portero.Costalero es ser el viril de Dios,es andar juntos los dos por el mismo derrotero, yo abajo y arriba Él, porque no rompa su piel en las piedras del sendero. Costalero es ser trono y ser carroza;es ser espina que goza porque es arriba rosal;es ser un poco en lo humano la mano sacerdotal que eleva en el aire ufano a Cristo,Pan y Cordero. Costalero es de mi carne y mi mano hacerle a Dios un sendero. San Pedro le deja pasar.
Entra el costalero y se encuentra con Jesucristo. ¡Ay, Señor del Gran Poder, que yo fui tu costalero!....Nazareno quise ser y en mis espaldas tener a Ti por cruz y madero.¡Ay Señor del Gran Poder!. Sobre mi carne to peso ¡cómo cargó sobre mi!....Sigue su camino y y  encuentra cara a cara con Ella. Con la Virgen que tantas veces con amor, trabajo y cansancio, llevó sobre su cerviz.
¿No me conoces, Señora? Que yo fui tu costalero. ¡Que me miren, Madre, ahora esos ojos que yo quiero!, Fui tu tiesto y tu florero...Tu arriba fuiste la flor, sobre mis hombros de acero, tu llevabas el salero de tu mano triunfador. Para terminar con: Yo la tierra, Tu la flor; por Ella soy costalero, por Ella, porque la quiero, por amor.... Y la Virgen sonrió.
El padre Cué entendió la Teología estilo sevillano y dejó claro que un costalero que lleva a Dios y a su Madre sobre sus hombros por amor, tiene un sitio asegurado en el Cielo.
Recuerdo, no hace muchos años, una procesión del Corpus Christi que no pudo salir por falta de costaleros. Años antes habían terminado las procesiones de Semana Santa, la del Santo Entierro, la del Cristo del Rosario, la más antigua, y la de la Entrada de Jesús en Jerusalén. ¿Falta de medios, de interés, de costaleros....? Quizás de todo un poco. Hubo una generación que lo encontró casi todo hecho, una juventud que lo tuvo fácil y una tendencia de alejamiento de la religión. pero este año se ha recuperado la procesión de la Entrada de Jesús en Jerusalén, cuyo paso llevaba treinta costaleros bajo él y muchos sustitutos. ¿Se está recuperando la Fe?. Espero que si. Lo cuenta la historia, cada vez que en el mundo se ha producido un ataque a la religión y a los valores que nos enseñó Jesucristo ha habido una reacción y la Iglesia ha sabido sobrevivir contra viento y marea.
Esperamos que este conato de recuperación de nuestras tradiciones y costumbres vuelva a ser lo que era y en lo próximos años volvamos a recuperar nuestras procesiones de Semana Santa. Nuestros jóvenes deben saber que los costaleros, a la voz del capataz de "¡Al Cielo con Ella!", van por el  buen camino para llegar también.