domingo, 16 de septiembre de 2012

LA DIANA

No confundir con el Día D o la Día-da. El primero fue el día del desembarco de la fuerza aliadas, americanas y británicas, en las playas de Normandía, donde comenzó el final de la II Guerra Mundial. La segunda es la payasada catalana de ayer donde quieren que comience la guerra por la independencía. Distintas, ya que una quería terminar con una guerra y la otra quiere empezarla.
Ya se sabía que España no estaba preparada para la democracia, fueron muchos años de franquismo, de tranquilidad y progreso, durante los cuales, solo un puñado de comunistas se atrevían a correr el riesgo de que los detuviera la Brigada Social y terminaran en la Dirección General de Seguridad, antes de llegar a la cárcel.
Pero pasamos de una dictadura a una democracia con una Transición modélica, envidia de todos los países en semejantes circunstancias. Votamos una Constitución, que al cabo de más de treinta años, quizás sea necesario modificar ligeramente, a la que han jurado, o al menos prometido, acatar los políticos con cargos públicos, desde el Presidente hasta el último concejal del más apartado pueblo.
España es un país desde 1492, cuando Fernando, Rey de Aragón, Navarra con Cataluña e Isabel, Reina de Castilla y León contrajeron matrimonio y tomaron el reino de Granada del poder de los moros.
¿Vamos a dividir ahora un País que descubrió un nuevo mundo y creó el mayor Imperio que conoce la historia?, ¿En qué cabeza cabe? Cataluña nunca fue un país, solo un condado que en su día se anexionó al reino de Aragón.
A esta última Diada se le ha dado mucha publicidad y quieren demostrar que ha sido un clamor del pueblo que aspira a su independencia. Dicen que había un millón de manifestante, con banderas catalanas y algunas republicanas, pero ¿donde estaban el resto de los más de siete millones y medio de habitantes de Cataluña?. ¿Quieren un referéndum?, Pues que se sienten a esperar si un día la Constitución se lo permite. Mientras tanto a trabajar y tratar de sacar a España de la crisis económica y no marear la perdiz provocando otras que no conducen a nada.
Me he pasado cuatro pueblos, porque lo que yo quería era hablar de la Diana de esta mañana. La Diana era una costumbre bien arraigada cuando yo era un niño. Se hacía siempre que había fiesta y pienso que tenía la misión de despertar a los vecinos con música agradable. Especialmente se hacía cuando había toros, que solía ser en la fiesta del Prado, la de San Antonio y la del Cristo. El maestro Librado y sus muchachos recorrían el pueblo a las seis de la mañana tocando conocidos pasacalles. Años más tarde se fue perdiendo la costumbre, de Librado pasó a su hijo Manolo, pero se fueron escaseando las corridas de toros y años más tarde se acabó la banda de música.
Ahora hemos recuperado la banda de música y la tradicional Diana. Me alegro mucho porque es más bonito despertarse con música que con ruidos o el terrible ring-ring del despertador, aunque sea el del móvil.  Pero hay una diferencia enorme, claro que han pasado mucho años y el mundo cambia, en mi juventud nos despertábamos con la Diana. Ahora la juventud acompaña a la Diana y después se acuesta.