lunes, 3 de diciembre de 2012

DICIEMBRE FRÍO

Durante el verano se habló de un otoño caliente refiriéndose a lo que amenazaban los sindicatos y la izquierda en general. Así ha sido, aunque todavía nos queden 20 días de otoño,  que promete seguir caliente con la leña que le van a echar al fuego el personal de nuestra primera compañía aérea.
Lo de diciembre frío me refiero a las temperaturas, que desde final de noviembre hasta hoy, han rondado, en mi pueblo, los cero grados, por arriba y por debajo. No se las temperaturas de otros años. Mido el agua caída todos los días desde hace tres o cuatros años. Bueno, desde que murió Manolo Fal, que desde hacia muchos años llevaba la cuenta en el tablón de anuncios del desaparecido Circulo Mercantil. Heredé el cometido, con mucho gusto y para no romper la tradición, pero no se me ocurrió comprar un termómetro de máximas y mínimas, por lo que no puedo opinar, si estos días han sido excepcionales o normales. Lo que si puedo recordar es que el puente de la Inmaculada, o de la Constitución, de hace dos años fue pasado por agua y el de este, parece que va a ser pasado por frío. Y además este año, tiene dicho puente un día menos ya que el día de la Inmaculada cae en sábado.
Para el año que viene posiblemente esté vigente el nuevo calendario de fiestas para evitar los puentes, pasando la mayoría de las fiestas al lunes siguiente. ¿Habrá protestas?. Me supongo que si, porque la izquierda de este país cumple a rajatabla con su seria obligación de oponerse a todo. Sea o no sea bueno para el país cuya Constitución han jurado o prometido, con o sin la coletilla de "por imperativo legal", acatar, guardar y hacer cumplir. Pero ya tenemos antecedentes, hasta en la Iglesia Católica, de cambios de fechas de fiestas tan emblemáticas como el Corpus Christi. El día de la Constitución podría conmemorarlo el Parlamento en su día 6 de Diciembre, pero el país podría hacerlo el lunes más próximo con lo que todos los años habría un fin de semana largo, pero sin interrupciones en el trabajo.
En mis largos años en el Reino Unido, todas las fiestas oficiales eran el lunes siguiente. Hasta la Fiesta del Trabajo del 1 de mayo 
era el lunes siguiente. Las fiestas religiosas eran las únicas que se mantenían, pero solamente la Navidad y la Semana Santa. El  resto tanto cristianas, como judías, musulmanas o indues las celebraban sus fieles, pero sin dejar de trabajar, Hubo una vez un MP. (que es como se llaman a los Miembros del Parlamento) que se le ocurrió la brillante idea de cambiar la Navidad y el Viernes Santo al lunes. El rechazo fue total y nadie le hizo caso, Con toda la lógica del mundo,¿Como podría ser un Viernes Santo un Lunes?. En cuanto a la Navidad, era la fiesta más tradicional, celebrada por todos sin distinción, cada uno a su manera y además, tradicionalmente    siempre ha sido el 24 desde medio día, el 25 y el 26. Pero con una salvedad, que si cae en fin de semana, no hay días extras para compensar.
En mis treinta años trabajando en la importación de frutas y hortalizas en el londinense mercado de Covent Garden, el tradicional en el centro y el moderno en Vauxhall, conocí a muchos ingleses y de otras nacionalidades desde directores a vendedores pasando por los famosos "porters" (porteadores que manejaban la fruta), todos sabían tres palabras en español: siesta, fiesta y mañana. La mayoría no se habían enterado de que "orange" era naranja o "cucumber" era pepino, si acaso melón, aunque en inglés se pronuncia algo así como "meeeélon".  Pero sabían perfectamente que no se podía llamar a la hora de la siesta, que había muchos días de fiesta y que deberían llamar mañana porque la persona que querían hablar, no estaba ese día. Cuando España por mor de la democracia, se dividió en 17 autonomías, se dieron cuanta de que había 17 días de fiestas más, aunque fuera en ciudades diferentes. Todos deseaban que España, un día, homologara las fiestas y los horarios al resto de Europa para facilitar los "bussiness". Ya parece que vamos entendiendo, al menos con las fiestas. Otra de las muchas reformas que necesitamos para igualarnos a nuestros socios de Europa, aunque Bruselas o Angela Merkel no lo hayan pedido todavía.