domingo, 23 de mayo de 2010

DOMINGO DE PENTECOSTÉS






Hoy celebra la Iglesia el descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y el comienzo de las actividades con la proclamación de la Buena Nueva por todo el mundo conocido que comenzaron los Discípulos de Jesús.
En mi pueblo se celebra la Fiesta de la Patrona, la Virgen del Prado y en Almonte la fiesta de la suya, la Virgen del Rocío. Esta segunda de fama universal. Yo tengo que confesar que nunca he ido al Rocío. Me refiero a la fiesta, porque al Rocío si he ido muchas veces y me he postrado a los pies de la Blanca Paloma, sin el ruido, las aglomeraciones, el gentío o el fanatismo de la fiesta, sino en la semi soledad del templo, que es cuando se siente uno más cerca de Dios a través de su madre. La razón de no haber ido nunca a esa fiesta es muy sencilla. Mi padre fue alcalde de este pueblo desde que yo tuve uso de razón hasta que pasé los treinta años y nos acostumbró a que cuando hubiera fiestas locales, debíamos estar en al pueblo por lo que indiscutiblemente la Fiesta del Rocío estaba descartada.
La Virgen del Prado, como otras muchas,tiene su leyenda, que en muchos casos es la misma. La de un pastor que encuentra una imagen de la Virgen María en una cueva, bajo un árbol, en una montaña o, en este caso, en un prado. La nuestra viene del siglo XII, que coincide con la liberación de estas tierras de la dominación árabe. Domingo Fal Conde, en su libro "Para la Historia de Higuera de la Sierra" fija la erección de la Ermita en el año 1246. Las Fiestas Patronales han ido cambiando, como todo, con los tiempos hasta llegar a los actuales.
Yo me quedo con las que me traen los mejores recuerdos de mi juventud. ¿Hay algo extraño en esto? Y no es porque "tiempos pasados fueron mejores", sino porque, aceptando los cambios como cosa natural, siempre queda el recuerdo de la tradición vivida más intensamente.
Esta mañana se ha celebrado la Función Principal y la imposicíón de medallas a los nuevos hermanos y esta tarde se celebrará la procesión, Entre una cosa y otra, la música, las copas, la convivencia en la Plaza, el ruido y la alegría. A mi me ha dado tiempo d volver a casa a comer, echar una siestecita en mi butaca preferida y escribir estas letras como recuerdo del día. Más tarde asistiré a la Procesión y acompañaré a nuestra Patrona todo el tiempo que mi pierna derecha me los permita. Mañana, día de descanso, cosa que se está haciendo habitual después de cada fiesta, volveremos a la realidad de la crisis, de la que nos hemos olvidado hoy. Pero no quiero terminar sin incorporar algunas fotos de las fiestas de antes. El altar de hace años y el altar como quedó después del año 36. También cómo las Autoridades y la Directiva de la Hermandad acompañaban al paso de la Virgen en los años 50. Espero que a alguien les gusten.