jueves, 4 de agosto de 2016

POSIBLEMENTE

Posiblemente es la respuesta al título-pegunta del artículo anterior. ¿Será culpa de Rajoy?. Esta pregunta se la contesta usted mismo, porque yo la tengo muy claro. Pedro El Guapo, Mister NO, o el señor Sánchez, llámele usted como mejor le parezca, está en ello. Y no le importa las consecuencias. "Sea como sea", esta empeñado en destruir España. Ya la encontró dividida por el nefasto de Zapatero, pero Sánchez está empeñado en acabar con lo que tanto trabajo costó lograr.
En mi ya larga época tratando con socialistas (buenos, malos y hasta fanáticos) lo primero que aprendí es que ellos nunca son los responsable de nada malo que puedan hacer. Lo mismo pasaba en el Reino Unido que en España. Pero en los veinte años que ya llevo aquí, ea convicción se ha afianzado.
Es conveniente hacer un poco de memoria. Memoria personal e histórica, de lo vivido y de lo que dice la história. Y comparar en qué coinciden y en qué discrepan ambas. Como ya saben los que me leen, yo nací en plena II República, viví la Guerra de los cuatro a los siete años de edad, la Dictadura de los siete a los treinta y en un mundo nuevo para mi, de los treinta a los sesenta y cuatro. Ese mundo nuevo para mi, fue el Reino Unido que con España forma la pareja de países que crearon los imperios más grande que hubo en el Mundo.
Encontré una enorme diferencia. Lo menos importante fue la lengua, de la que ya conocía lo suficiente para entenderme con ellos, pero no así los avances, la educación, los sistemas de vida y por encima de todo, el sistema democrático de gobierno. Un sistema que adoptamos los españoles y que empezó a funcionar, como en el Reino Unido, con acuerdos de la derecha con la izquierda y de esta con la derecha. Ya lo había anunciado Franco a la sugerencia del Ministro Fraga de abrir la mano a los partidos políticos bajo su mandado para estar preparados a su muerte. Su deseo, "todo estaba atado y bien atado", era que una vez restaurada la monarquía, el Rey aceptaría la creación de Partidos Políticos, del sistema democrático que nos diera la Constitución y las primeras elecciones para un gobierno parlamentario. Pues así ocurrió, pero hay más. A las preguntas de como sería ese gobierno y su presidente, contestó que el partido que ganara las primeras elecciones sería de un centro moderado salido de personas afines al régimen, más tarde ganaría el Partido Socialista de larga trayectoria en España y las siguientes ya quedaban demasiado lejos para predecir, pero que todo dependería de cómo lo hicieran.
Lo demás ya lo han vivido la mayoría de los españoles que actualmente poblamos este gran país, llamado España. Gobernó la UCD de Adolfo Suárez, con políticos con experiencia acreditada, vino después el Partido Socialista de Felipe González, con políticos más jóvenes pero con la experiencia de una legislatura y media en la oposición que con sus aciertos y sus errores gobernó tres legislatura, para dar paso al Partido Popular de Aznar, que hizo lo que había anunciado: Sacar a España de la crisis, mejorar la economía, crear empleo y bienestar y gobernar ocho años y ni uno más.
Y cuando llegaron las elecciones que, según apuntaban todas las encuestas, ganaría el PP sin Aznar, pero con un nuevo candidato, vino el terrible atentado, tres días antes, que muy bien aprovechado por los socialistas, hasta saltándose las reglas de juego, le dieron la inesperada victoria al PSOE de Zapatero.
Y así empezó el deterioro de la democracia. Un Presidente sin la necesaria experiencia ni habilidad para gobernar, que abriendo la caja de Pandora del pasado, quiso honrar a su abuelo a quién ni siquiera llegó a conocer, promulgando la Ley de la Memoria Histórica (por supuesto la suya), que permitió la división de los españoles que, superado el pasado, miraban hacia un futuro mejor. Y vino una crisis general, que  nunca quiso reconocer, y ya saben ustedes lo que pasó. No hace falta repetirlo.
El pueblo español le dio mayoría absoluta al PP de Rajoy, que en cuatro años como Presidente, más siete meses como Presidente en funciones, ha conseguido equilibrar la economía y volver a crear empleo hasta la tasa del 2004. Con recortes necesarios y a pesar de la nefasta corrupción que no deja limpio a ningún partido, ni siquiera a los que nunca han gobernado y contra la que ha legislado, con más de setenta leyes y normativas, con la oposición de los demás partidos. 
A pesar de todo esto, los españoles le dieron la mayoría el 20D, que los partidos perdedores no quisieron aceptar y  volvieron a revalidarla el 26J, con la subida en votos y escaños contra la pérdida de ellos en todos lo otros principales partidos. 
Y otra vez el NO de los socialistas, cuyo candidato está dando una magnífica prueba de estadista, patriota y demócrata única en el Mundo. No sabe Sánchez que el que gana la elecciones debe gobernar y que el perdedor debe permitirlo. Bien con una gran coalición o acuerdos o, al menos, no votando en contra y aceptando el resultado que le han dado los votantes. En cualquier país de nuestro entorno, aumentar la pérdida de votos, después del claro desastre del 20D, cuando pudo aceptar la oferta de Rajoy para la gran coalición y llevar ya siete meses de Vicepresidente del Gobierno, aprendiendo para llegar a ser Presidente en mejor ocasión. debería haber tenido la decencia de aceptar democráticamente su derrota y haber dimitido.
Pero no. Su desmedida ambición y su personal encono contra Rajoy, le está llevando por caminos a ningún sitio. Se lo merece, pero el PSOE, sus votantes, y sus no votantes por supuesto no lo merecemos. Todavía puede rectificar , que es cosa de sabios, antes de pasar a la historia como el político más ineficaz, menos democrático, más ambicioso y menos patriota, que hemos tenido. Nos jugamos mucho con unas terceras elecciones, pero él, su partido y España serían los grandes perdedores. ¿Quién quiere volver al pasado de la dos Españas?. No es eso lo que queremos, aunque algunos lo están deseando. 
Mi amigo Gracián, dice que Sánchez debería dedicarse al baloncesto, ir a las Olimpiadas a Río de Janeiro y quedare allí, porque el no le desea mal a nadie.