miércoles, 20 de enero de 2016

SUICIDIO DEL PARTIDO SOCIALISTA

Durante la campaña electoral de las pasadas elecciones municipales prometí a los candidatos socialistas que no me iba meter con ellos, que merecían una oportunidad, pero que si seguiría haciéndolo con su Partido. Creo que hasta ahora he cumplido y espero que pueda seguir dejándoles gobernar en paz. No hace falta recordarles que nos hemos quedado sin la TV local, que se suben los impuestos, que se han despedido empleados y otras medidas, más o menos impopulares que me he callado sin criticarlas. Por si solas, ya han demostrado que no es solo Rajoy el que hace recortes. No hay más que tres caminos: o se aumentan los ingresos o se recortan los gastos o las dos cosas a la vez.
Tengo que confesar que a mi realmente no me afecta tener un ayuntamiento socialista, independiente o del PP. Aunque preferiría este último, que todavía no nos ha gobernado. Durante muchos años estuve viviendo en un país donde la derecha y la izquierda se alterna periódicamente en el gobierno de la nación y el pueblo no lo nota. Pero "Spain is different", y también Higuera lo es. Yo llevo, exactamente un mes, preguntándome cómo es posible que en este pueblo 119 votos hayan ido a contribuir a que Podemos haya sido la tercera fuerza política para la presente legislatura. No cabe más que dos alternativas: que el pueblo puede estar harto de los socialistas, ya sean locales, autonómicos o nacionales, o que no tienen ni puta idea de lo que es una democracia.
Podemos no es un partido demócrata es un partido totalitario, radical, comunista, marxista, lenilista y dictatorial. Y las dictaduras, ya sean de izquierdas o de derechas, no son buenas. Claro que las de izquierdas son peores. Los españoles salimos de una dictadura de derechas que , después de una lucha fratricida, nos gobernó durante 39 años y nos condujo a una democracia parlamentaria que nos ha gobernado durante otro periodo de cuarenta años. ¿Es que no somos capaces de vivir unidos, en paz y progreso, por más de cuarenta años?. 
Pues ya lo están viendo. Por culpa de Rajoy. Ya ha dicho el imberbe estadista Pedro Sánchez, que la culpa del crecimiento del nacionalismo catalán, y vasco, y gallego, y hasta de un pueblecito de la Alpujarra, es de Rajoy. Y también de la muerte de Calvo Sotelo en Madrid y de Manolete en Linares, como el chiste del coreano, que confesó haber matado a un general americano cuando le interrogó un sargento de la Guardia Civil de Coria. (Si no conoce el chiste de la guerra de Corea se lo cuento otro día).
La situación política actual es consecuencia de la incapacidad de Zapatero, que dividió a los españoles con las historias de su abuelo y de Sánchez con sus pactos y alianzas con la extrema izquierda. Entre los dos están llevando al Partido Socialista al suicidio. Sánchez no se da cuenta de que Pablo Iglesias le está facilitando la cuerda, ya preparada con el nudo, para que se ahorque. No se da cuenta de que Podemos ha terminado con Izquierda Unida, ¡Anguita, vuelve! y va a terminar con el Partido Socialista en su empeño de derrotar al Partido Popular.
Ya tiene dividido a su propio partido. Anoche en El Cascabel, José Luis Corcuera, convencido y leal socialista, habló muy claro. La noche del 20 de Diciembre, después de conocer el resultado de las elecciones que dieron el peor resultado de toda su historia al PSOE, Pedro Sánchez debería haber dimitido. No solo no lo hizo, sino que pretende gobernar, con quién sea y como sea, para que no lo haga el candidato que más respaldo ha recibido de los votantes. Si, a pesar de todo. Que le da todavía más credibilidad.
¡Bájese del burro del "no", señor Sánchez!. Demuestre que tiene sentido de Estado (y sentido común) y salve a España y a los españoles de volver al pasado de hace 79 años, Deje gobernar al Partido Popular y ayude a acelerar la incipiente recuperación de la economía, la urgente creación de puestos de trabajo, la unidad de la Nación y el prestigio en el exterior. Y los españoles y sobre todo su proìo Partido, se lo agradeceremos. El Viernes tiene una buena oportunidad de demostrar su lealtad al Rey y a la Constitución y por tanto, a España. No la desaproveche que puede ser la última.