jueves, 22 de marzo de 2018

MANIFESTACIONES POPULARES

Una de las cosas buenas que tiene la democracia es el derecho de los ciudadanos a manifestar sus opiniones. Platón y su discípulo  Aristóteles ya catalogaron en el Siglo IV Antes de Cristo, tres formas de gobierno: Monarquía, Aristocracia y Democracia. Se entendían como Gobierno de uno, de pocos o de muchos, por este orden. Pero como al cabo de los años, "las cosas cambian que es una barbaridad" han existido múltiples variantes de las tres. Como las Monarquías absolutas, totalitarias o democráticas y también las Democracias totalitarias, populistas o cristianas.
Los españoles hemos tenido un sistema monárquico desde los Reyes Católicos, que consiguieron unificar España, hasta el día de hoy, con solo tres interrupciones. Las Democracias de la I República de 1873 a 1874 y la II República de 1931 a 1939 y la Dictadura (dura o blanda, según se mire) de 1937 a 1947, en que se declaró como Reino, de acuerdo con la Ley Fundamental de Sucesión a la Jefatura del Estado.
En los más de 500 años de Monarquía hemos tenido el mayor Imperio conocido en el Mundo, años buenos, otros peores y otros desastrosos. Los 9 años de las dos Repúblicas terminamos mal en manos de los militares. En 10 años de Dictadura se consiguió unir a la España dividida por la Guerra Civil y sentar las premisas para llegar en 1978 a una ejemplar Transición y una Monarquía Parlamentaria en un sistema democrático. No hace falta contar más porque lo demás ya lo han vivido los que me leen.
Últimamente han proliferado las manifestaciones reivindicativas por cualquier cosa. Algunas por motivos bien justificado, otras por motivos políticos, otras espontáneas y otras totalmente innecesarias. Y desgraciadamente muchas manipuladas. 
Yo  no he participado más que una, organizada por los "poderes" de los años cuarentas del pasado Siglo. Siempre recordaré haber roto un cristal de una ventana del Consulado Británico en Sevilla, con una naranja de los árboles cercanos, a la vista de un policía (¿recuerdan los llamados grises?), que en vez de arrestarme, me dijo: "Niño, buena puntería". Eran los años en que Franco reclamaba la colonia de Gibraltar, que Churchill le había prometido si no dejaba pasar las tropas de Hitler por territorio español al norte de África, que hubiera podido cambiar el final de la II Guerra Mundial.
En mis años en el Reino Unido, y concretamente en Londres, había manifestaciones en Trasfalgar Square casi todo los sábados. Las muy pocas que se hacían en otros días de la semana estaban anunciadas con suficiente antelación, con avisos en las calles por las que iban a pasar, para que tanto los peatones como los conductores pudieran usar otras rutas sin problemas de tráfico.
Un compañero de trabajo, que vivía en una residencia de estudiantes, que regentaba su mujer, me contó que cuando llegaba a la casa los viernes por la tarde, encontraba pancartas en el vestíbulo para cualquier manifestación al día siguiente. La manipulación era la siguiente: Los estudiantes eran las mayoría extranjeros, muchos españoles, que no tenían nada que hacer el sábado más que coger una pancarta y asistir a la manifestación. Cuando esta terminaba, había algunas furgonetas con los organizadores que al recoger las pancartas pagaban cinco Libras al portador. En aquellos años con cinco libras (que ahora no paga un paquete de cigarrillos) podían pagar cigarrillos y pintas de cerveza, suficientes para una tarde.
Habría que preguntarse cómo y quién manipula y paga a los que aprovechan la manifestaciones de pensionistas, victimas, amigos de terroristas, racistas, populista, feministas, gays, lesbianas, parados, independentistas, constitucionalistas o la muerte de un mantero, para ir contra el Gobierno democráticamente elegido por el pueblo, causar daños, interrumpir tráfico, causar molestias y enfrentarse con la policía.