sábado, 1 de enero de 2011

AÑO NUEVO



Ángel Expósito se despidió antesdeayer de su programa en La 10, deseando a los teleexpectadores un Feliz año 2012, porque en 2011 no lo esperaba feliz. Muchos españoles pensamos los mismo, pero siempre queda un rescoldo de esperanza de que las cosas puedan mejorar. ¿Podrían ser peor?.
Esta mañana, como es mi costumbre anual, me he sentado con un libro en mis manos a escuchar el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena y cuando he llegado la hora de los valses de Strauss inspirados en el azul Danubio, me he acordado del agua que lleva caída desde principios de octubre. Cuando ha terminado el concierto, he comprobado las cantidades de agua recogidas en el patio de mi casa y me he puesto a escribir. Dicen que lo que se hace el primer día del año se repite todo el año. Así que escucharé buena música, escribiré y comeré; también iré a Misa esta tarde aunque me tilden de facha.
Desde el día cuatro de octubre, primeras lluvias del año agrícola, hasta ayer, han caído 651 litros de agua por metro cuadrado. Manolo Fal, que llevaba muy bien la cuenta del agua caída y la exponía en el tablero del Círculo Mercantil, decía que en un año normal solían caer alrededor de 700 litros. O sea, que en tres meses, casi se ha llegado a esa cantidad. En total ha habido 30 días con lluvia a un promedio de 21,7 litros por día, siendo los más lluviosos los días 6, 7 y 8 de diciembre (Puente de la Inmaculada) con 54, 58 y 74 litros respectivamente.
Los bolsillos andad algo vacíos pero los pantanos están llenos de tal forma, que hay muchos que tienen que tirar el agua, que está produciendo riadas persistentes en el Guadalquivir, hasta cinco veces en Ecija, con el consiguiente daño a familias, infraestructura y cultivos.
¿Política Agraria de Andalucía?. Ninguna. Todas la CC.AA pidiendo que les transfieran competencias y cuando las consiguen, o no saben administrarlas o no tienen fondos para ellos.Así tenemos el ejemplo de la Junta de Andalucía, que después de terminar una dársena nueva que permita a grandes barcos llegar al puerto de Sevilla, no acomete el dragado del río, por los que estamos como antes. Tenemos que sufrir las consecuencias de un error político, muy difícil de enmendar, que fue el permitir 17 autonomías, dividiendo de esta forma a España, que era Una.
Parece ser que los pantanos eran cosa de Franco y por lo tanto había que dejar de hacerlos. No quiero perder el tiempo buscando estadísticas de cuantos pantanos se hicieron durante el franquismo y cuantos después, pero creo que está claro. No hay que ver más que el número de chistes sobre los pantanos, que corrían en aquella época a pesar de la censura. Era clásico aquel que contaba que una noche, Doña Carmen se levantó a orinar y Franco, medio dormido oyó el chorro y empezó: Españoles, este pantano que acabamos de inaugurar traerá la electricidad a esta, hasta ahora, olvidada comarca y regadío a estas secas tierra, que serán fuente de riqueza, trabajo y properidad.....
Hace muchos años que no se oyen discursos así. Sino todo lo contrario, porque parece ser que la culpa de las riadas en la cuenca del Gualdaquivir, han sido consecuencias del excesivo nivel de los pantanos que aumentaron su capacidad al negarle agua a los agricultores para sus regadíos. Vamos, totalmente demencial. La solución sería más pantanos para poder almacenar más agua. Creo que la energía más ecológica, sostenible, segura y barata es la producida por el agua que nos cae del cielo, como un maná necesario para países algo secos. Y con un doble cometido: cuando sale el agua para mover las turbinas, produciendo electricidad, se aprovecha para regar y producir, creando puestos de trabajo en la agricultura. Tenemos el ejemplo del Plan Badajoz y la Vega del Gualdaquivir en la zona de Los Palacios. Pero los gobiernos socialistas prefieren la sostenibilidad de lo insostenible, porque es más progre y cuesta mucho más dinero, que no tiene importancia, porque no es suyo, pero que mientras más se mueva, más comisiones puede dejar. Mientras tanto tenemos que comprar electricidad a los franceses y portugueses, que por su buena política de producción eléctrica, tienen para ellos y para vender.

Pantano de Aracena