martes, 26 de marzo de 2013

LA JUEZ ALAYA

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Hace unos días vi en las noticias a Manuel Chaves siendo interrogado por unos periodistas. Le vi más delgado pero, sobre todo, más asustado, con cara de pocos amigos y preocupado, sin la superioridad que ostentaba hace algún tiempo. Lo comenté con mi amigo Gracián, que también lo había visto y con toda su sinceridad me dijo: "Está cagao". 
Pepe Griñán tampoco parece muy feliz. Se le ha caído esa semi sonrisa de superioridad y algo picaresca que siempre ha tenido y también parece serio y preocupado. ¿Que les pasará a los dos? ¿Es que su jefe y amigo Rubalcaba tiene problemas con el partido?. No lo creo.
Lo que les pasa es que la Juez Mercedes Alaya ha superado las cefaleas, producto de lo complicado de los casos que le han tocado y sobre todo de las presiones, recomendaciones, críticas y amenazas que ha venido sufriendo y ha vuelto a retomar los casos. No sabemos cuantos casos, porque los juzgados están que no dan abasto, pero con Mercasevilla, el Betis y los EREs, tiene más que suficiente.
A la Juez Alaya ya le llaman una "juez estrella" y con mucha razón. No como al Juez Garzón (Baltasar), que es un "juez estrellao". Lo ha conseguido con una carrera brillante y una actitud limpia, seria, valiente y profesional. A los 25 años ingresó en la judicatura y comenzó su carrera profesional en Carmona. Dos años más tarde pasó a Fuengirola, donde encausó al alcalde socialista Sancho Adam por un presunto delito de malversación de fondos. Dos años más tarde era titular del Juzgado de Primera Instancia nº 20 de Sevilla y desde 1998 es titular del Juzgado de Instrucción nº 6, donde tuvo que hacerse cargo de caso Mercasevilla.
Desde su incorporación a su puesto el pasado 5 de marzo, ya ha mandado a la cárcel a Francisco Javier Guerrero, ex director  general de trabajo de la Junta y amigo asiduo de prostitutas y cocaína, que había quedado libre bajo fianza de 50,000€ impuesta por el juez sustituto Rogelio Reyes,  después de llevar casi un año en la cárcel y que, de acuerdo con el fiscal, podría presentar peligro de fuga. Ha imputado a Juan Lanzas, ex-sindicalista de UGT, intermediario de los EREs, que presuntamente se embolsó 13 millones de euros desde 1990 de los cuales la Guardia Civil ha encontrado 82,000 en fajos de billetes debajo de un colchón. Hay varios imputados más, se han practicado más de veinte detenciones y efectuado trece registros por la Guardia Civil en diversas partes de Andalucía. Parece que la Juez está dispuesta a llegar al final y como ya ha habido un imputado que señala a "altos cargos de la Junta", no es extraño que tanto Manolo como Pepe estén que no les llegue la camisa al cuerpo. Este último no deja de decir y declarar a los periodistas que fue él quien denunció los EREs presuntamente fraudulentos. ¿Defensa propia?, ¿Lágrimas de cocodrilo?, ¿Evasión de responsabilidad?.
 Se ha olvidado que fue un periódico local, ABC de Sevilla, quién denunció el caso y que fue Griñán quien se negó a entregar documentos a la Juez, que tuvo que dar la orden para conseguirlos después de un periodo de tiempo en que posiblemente pudieron ser manipulados o enviados a un vertedero en bolsas negras de plástico como las que vimos salir del ayuntamiento de mi pueblo cuando los socialistas perdieron las elecciones.
Mi amigo Gracián dice que hay dos posibilidades. Una, que el presidente y el ex de la Junta de Andalucía supieran y permitieran la trama, en cuyo caso quedarían invalidados para ejercer cargos públicos más lo que diga la sentencia. Dos, que efectivamente no supieran nada de los que se estaba cociendo, en cuyo caso quedarían también invalidados para ejercer cargos públicos por ineptos, incapaces, estúpidos y tontos del culo. De cualquier forma nos los quitaríamos de encima aunque los millones y el daño que han hecho a Andalucía fueran irrecuperable. De dimitir, ni hablar.
Recuerdo que cuando el asunto de los GAL, la BBC Internacional me invitó a una entrevista en sus noticias, para que diera mi opinión como presidente de la Gestora del Partido Popular en el Reino Unido. A una de la preguntas, que si pensaba que Felipe González fuera a dimitir, contesté que: "De ninguna forma. Está demasiado apegado al sillón de la Moncloa, que no quiere sentarse en otro, el banquillo de los acusados, o en otro más incómodo en la cárcel". Y no me equivoqué. Todavía no se sabe quién fue el Mster X de la trama.
 Ahora, y ya era hora, parece que hay jueces dispuestos a aplicar la Ley a quién sea. Como debe de ser y que caiga el que caiga a ver si aprendemos que las leyes, nos gusten o no nos gusten, están para cumplirlas