jueves, 18 de enero de 2018

EL PIROPO



La Junta de Andalucía ha agotado su inspiración política para sacar a los andaluces (que según el nuevo lenguaje, seríamos andaluces y andaluzas) del retraso permanente en que nos tiene sumidos y se ha sacado de la manga una nueva chorrada. 
La Campaña contra el acoso sexual a la mujer en la calle. Y para la defensa del sexo femenino, insulta a los hombres advirtiéndonos ¡No seas animal!. Nos compara con diferentes animales: Buitre, el que siempre está al acecho, Búho, el que siempre está mirando. Cerdo, en que dice ordinarieces, Pulpo, el que se arrima si puede y Gallito, el que lanza piropos de lejos.
La mejor campaña que la Junta podría hacer contra el acoso sexual a la mujer, sería reformar el sistema educativo, que nos ha puesto a la cola en España y en Europa.
El piropo, casi exclusivo de España, ha sido siempre un requiebro, una exclamación de asombro ante la gracia, el donaire, la presencia o la belleza de una mujer. Y no creo que eso ofenda a ninguna, al contrario, creo que les alaga. He visto en internet millares de piropos, desde educados, chabacanos, sucios, cursis, cómicos, ordinarios, ofensivos o simplemente estúpidos, tanto españoles como suramericanos, y este me ha hecho gracia: Si Adan por Eva se comió una manzana, yo por ti, me comería una frutería. ¿Será porque trabajé treinta años en el sector frutero?.
Recuerdo lo que le pasó a un guiri que preguntó qué le podía decir a una chica guapa y le sugirieron el clásico de "Viva la madre que te parió". El guiri había tomado demasiado sol en la playa y estaba rojo como un tomate y cuando vio la primera chica guapa, le dijo algo confundido "A ti te parió tu madre". La chica le replicó con rapidez: "Y a ti, una gamba, so saborío".
Me gustaría saber con que clase de animal me clasificarían, porque reconozco que siempre me han gustado las mujeres, mientras más guapa mejor, y creo que nunca he ofendido, forzado o insultado a ninguna. Todavía quedan vivas algunas que lo pueden testificar. A una si tuve que decirle que le encontraba un defecto: "Tenía los ojos más grande que los pies". Le hizo gracia y fuimos novios, con 18 años y en Córdoba. Cuna de Romero de Torres, que pintó a la mujer morena, con los ojos de misterio y el alma llena de pena. "Pelábamos la pava" a la reja de su casa cercana a la Mezquita y a la vista de La Virgen de los Faroles que nos vigilaba desde su altar sobre el muro del Patio de los Naranjos.
Lo que tendría que hacer la Junta es educar a los jóvenes desde niños a respetar a la mujer. Cuando el padre y la madre tienen que trabajar para sacar adelante una familia, se está dejando la educación en manos de los educadores, cuando realmente debería empezar en casa. Lo que no se puede hacer nunca es eludir la responsabilidad, echándose las culpas de unos a otros.