martes, 19 de febrero de 2019

EL METRO DE SEVILLA

Tengo que reconocer que nunca he utilizado el Metro de Sevilla. Hace más de veinticinco años, vine a Sevilla con dos altos empleados de una de las principales cadenas de supermercados del Reino Unido. Pasamos tres días visitando a los agricultores y exportadores de melocotón y nactarina de los campos sevillanos. Por las noches, después de cenar, hacía de guía turístico de la ciudad que me vio nacer.
Los ingleses que me acompañaban, que ya habían visitado España,  sobre todo, varias veces en verano, Costa Brava, Costa del Sol, Benidor y otras playas, y también Murcia y Almería en viajes de negocios, quedaron admirados de los encantos de la ciudad y sus monumentos, con el efecto de la iluminación nocturna y las calles llena de público hasta altas horas de la noche. Era Primavera en Sevilla, entre la Semana Santa y la Feria.
Por entonces, ya se estaban construyendo los túneles del metro, con sus pro y sus contras y se habían producido algunos contratiempos, como socavones, hundimientos, retrasos y grietas en edificios emblemáticos, que habían puesto en duda la viabilidad del costoso proyecto. Los ingleses, escucharon todos estos comentarios con interés y uno de ellos se dejó caer con el siguiente comentario: "¿Quien demonios querrá viajar por debajo de Sevilla con lo bonita que es por encima?.
Después de la suspensión del proyecto durante quince años, en 1999 por un pacto municipal entre el PSOE y el PA, se reanudaron las obras y ahí está. Por supuesto no lo he probado. Ni Dios que lo quiera, como dijo la Faraona, cuando en New York le preguntaron si hablaba inglés. Como tampoco tengo interés en probar el Túnel del Canal de la Mancha, que los orgullosos ingleses llaman "English Channel", como si les perteneciera a ellos, cuando lo comparten con Francia. que le laman "La Manche", (La Manga) y nosotros "La Mancha". Será porque el agua está manchada de los carburantes y desperdicios de los barcos que lo cruzan constantemente. Lo he cruzado muchas veces, pero en los ferrys entre Dover y Calais, por encima del agua y con la tranquilidad de que en caso de naufragio, se puede alcanzar a nado la costa más cercana o mantenerse esperando ayuda. Son solo 33 kms y lo han cruzado varias veces a nado.
Volviendo al Metro de Sevilla. En el segundo mitin electoral que el Presidente Sin Votos ha organizado en Sevilla, después del primero que dio en Televisión Española aprovechando el anuncio de la convocatoria de elecciones, ha prometido a los sevillanos que se hará la ampliación del Metro. Envenenado dardo para dejárselo al Presidente de la Junta y al futuro Presidente de España, que no será él. Promesas electorales "que se hacen para no cumplirlas", como decía el Viejo Profesor.
Sería curioso saber lo que nos ha costado a los españoles los dos gobiernos socialistas de Gónzález y Zapatero, que han tenido que pagar los Gobiernos de Aznar y Rajoy, para comparar con lo que ha ha gastado ya el corto Gobierno del Sin Votos, que tendrá que pagar el que salga de Presidente. Aparte de los gastos de viaje, la gasolina del Falcon, el salario mínimo, subida de pensiones y otras lindezas, he leído hoy, que la remodelación del mueblaje en la Moncloa a la llegada de Sánchez, ha alcanzado la bonita cifra de 90,000 euros. ¿Tan mal lo dejó Rajoy? Se podía haber limitado a cambiar el colchón, las sábanas y las toallas o haberlas llevado de su propia casa. Ya dijo la Dama de Hierro que "los socialistas era expertos en gastar el dinero de los demás". Y eso que allí, cuando hay cambio de Gobierno, la noche que se sabe el resultado de los votos, el que pierde el puesto se va a dormir a su casa y el que lo gana entra al día siguiente. Una sola noche para cambiar lo más esencial.