jueves, 17 de agosto de 2017

DEFENSA DEL ESPAÑOL

La Reina Doña Sofía en el Instituto Cervantes de Londres
Ya he contado en varias ocasiones cómo, cuando llegué a Londres en 1962, era capaz de hablar suficiente inglés para convencer al oficial de inmigración, de que iba de negocios y no sabía cuantos días podría estar, para que me diera un permiso de estancia en el país de tres meses. También fui capaz de explicar a un taxista que me llevara a un hotel céntrico y no muy caro y a la chica de la recepción que me diera una habitación. Con esta fue más fácil porque resultó ser de Gibraltar y hablaba andalú mejor que yo.
Pero cuando empecé a mezclarme con ingleses me di cuenta de que no entendía ni jota. Prefería hablar yo antes de escuchar diferentes acentos. Me costó algo así como dos años el entender todo y entonces me casé con Patricia, que aunque galesa, hablaba buen inglés. Un día me dijo que yo no me había casado por amor o por dinero, sino por el idioma. Tenía un gran sentido del humor.
El idioma inglés tiene, como todos, cosas fáciles y difíciles. Los verbos son mucho más fáciles, pero la pronunciación es muy difícil y tiene sus trucos. Por ejemplo:  el autobús se conoce simplemente como "bus" pero en Londres se pronuncia "bas" y en Liverpool "bus". 
Cuatro años más tarde, cuando creía que ya entendía todo comencé a trabajar en una compañía de importación de frutas y me dí cuenta de lo difícil que era entender a los fruteros y verduleros del Mercado de Covent Garden que usaban el constantemente su argot conocido como "cockney". Tiene cosas tan disparatadas que dicen "apples and pears" por stears (escalera), "dogs and bones" por phon (teléfono), "bees and honey" por money (dinero), "bubble bath" por laugh (risa), o "loaf of bread" por head (cabeza). Y no sigo para no cansarle. Claro que conmigo hablaban inglés pero entre ellos, no les entendían ni sus padres.
Otro problema fue el teléfono. Los camiones con fruta solían entrar por el Puerto de Dover, que en aquello tiempos todavía no tenía marcador automático en el "dog and bones". Había qu llamar a una operadora y pedirle el número con el que quería conectar. Para un español pronunciar la D con la O y la V con la E y la R. no tiene dificultad alguna. Pues a mi no me entendía ninguna telefonista de las varias que me atendían en las frecuentes llamadas. Me pedían que deletreara el nombre y entonce me corregían. La pronunciación era Dooou veeeaar. Bueno algo, así alargando las vocales y terminando la O en U y la E en A. ¿Qué le parece?.

¿Recuerdan la película My Fear Lady? Fue una de las primeras que vi en Londres en versión original. El profesor Higgins fascinado por el cockney acento de la bella Eliza Doolittle, vendedora de flores en el Mercado de Covent Garden, decide enseñarle a hablar un inglés correcto y educado. Lo mejor, para mi, de la película es cuando la lleva a la aristocrática carrera de caballos de Ascot, elegantísima, y se le escapa el animar al caballo por el que ha apostado con un: "Move your fucking ass". "Mueve el jodido culo" que descubre su cockney origen. 
Todo esto me recordaba los versos de Nicolás Fernández de Moratín: Admirose un portugués / de ver que en su tierna infancia / todos los niños en Francia / supieran hablar francés. Y es que lo que se aprende de chico se aprende mejor. Coger un buen acento al hablar un idioma con treinta años fue para mi tan difícil que me decían que hablaba inglés con acento andaluz. De lo cual me sentia orgulloso, porque no solo hablé en la BBC y en ITV, sin traductor, sino con intelectuales y hasta dos veces con Margatet Thatcher, una antes de ser Primera Ministra y otra después.
Por eso creo que para aprender idiomas, cada vez más necesario, es imprescindible aprenderlo en el país correspondiente. Los ingleses y los británicos en general, son muy reacios en aprender idiomas, pero son grandes defensores del suyo. Hasta el punto que, en las películas de aventuras en África, cuando el explorador llega a un poblado de negros en la selva virgen, lo primero que pregunta es: Do you speak English?.
Nuestro español ya se considera como la segunda lengua del Mundo. Ya somos casi 600 millones y es lengua oficial en 22 países. En Méjico casi 123 millones y en Colombia casi un millón más que los 48 millones de españole en España. En Estados Unidos, sin ser la lengua oficial, ya lo hablan más personas que en España, siendo el primero de los once países en los que el Español es la segunda lengua más hablada. De los once, Gibraltar, el último de la lista, solo tiene 28,500 hispanohablantes, pero representa el 98,70% de la población.
El Instituto Cervantes, creado en 1991 por el gobierno de Felipe González bajo el patrocinio del Rey Juan Carlos I,  sustituyendo al antes llamado Instituto de España, (que como venía de los tiempos de Franco y funcionaba, solo se le cambió el nombre) con 87 sedes por el Mundo, está haciendo una labor extraordinaria en la expansión de nuestra lengua. Ojalá los españoles hiciéramos lo mismo en vez de aceptar las palabras que nos llegan de fuera para sustituirlas por las nuestras que significan lo mismo. Las mujeres no se cambian de peinado, se cambian de "look". Los hombres no usan vaqueros, usan "jeans". 

Sede del Instituto Cervantes en Madrid