martes, 10 de abril de 2012

JUAN BELMONTE, "EL PASMO DE TRIANA"

El domingo publicó ABC un libro homenaje al torero Juan Belmonte en el 50 Aniversario de su trágica muerte. Magníficos artículos de conocidas plumas, excelentes fotos y dibujo y muy buena presentación. Ya lo he leído y he aprendido muchas cosas que no conocía del torero y del hombre. Y digo "muchas cosas" que no conocía, porque algunas, si que las sabía. Mi tocayo y amigo de siempre Rafael Ríos Mozo escribió; "Conocí a Juan de Siempre" y yo puedo decir con orgullo, que también le conocí desde muy temprana edad.
Tenía yo quince años y estaba estudiando en Sevilla en el Colegio de Villasís y viviendo en casa de mi abuela materna Guadalupe Franco en el barrio de El Porvenir. (Si a alguien no le gusta el apellido, que se fastidie. Yo me siento orgulloso de él). Mis padres vivían en Higuera y venían a Sevilla con alguna frecuencia, más mi padre por asuntos de negocio. Tenía muy buenos clientes del conocido "Marte Santo", aguardiente seco que todavía se fabrica. En uno de esos viajes de mi padre me dijo que al salir del colegio fuera a recogerle a los Corales, donde estaría con su medico y amigo Joaquín Mozo, tío de Miguel y Rafael Ríos Mozo. Cual sería mi sorpresa cuando me encontré, que con Joaquín y mi padres estaban Juan Belmonte y Rafael Lancha (otro médico y taurino, gran amigo de mi padre que me solía llamar "tocayito") Saludé al gran torero con el debido respeto a tal figura, que me preguntó como me llamaba, Al responderle mi nombre, se dejó caer con: "Vaya, solo falta que aparezca en Gallo y tendremos una cuadrilla de Rafaeles" y enseguida "¿Que quieres tomar?" Me senté con ellos y me tomé una gaseosa, que era lo que los quinceañeros estábamos acostumbrados a beber en aquellos tiempos. Corría el año 1947 y Sevilla estaba en todo su apogeo y Los Corales, a los nueve años de su apertura, era el centro de reunión de intelectuales, toreros, ganaderos, agricultores, turistas y visitantes. Nunca he olvidado ese encuentro, que se repitió más veces, algunas con mi padre y otras solo, cuando algo más tarde ya tenía edad de beber en los bares. Cuando tenía ocasión de saludarle, siempre me preguntaba como iban los estudios. Belmonte conocía Higuera, el aguardiente y la ganadería Rincón, que pastaba en los Lozanos y había venido por estas Sierra varias veces.
Su hermano Rafael pasó varios veranos en Higuera, donde se hizo de muchos amigos. Era la época de los veraneantes, que venían a la Sierra huyendo del calor de Sevilla y que contribuyeron a dar a este pueblo una buena fama de alegre, hospitalario y acogedor. Rafael, soltero y simpático con todo el mundo, se reunía con los casados, con nosotros los más jóvenes y con el pueblo en general y con todos pasaba muy buenos ratos y nos lo hacía pasar. Tampoco olvidaré la última vez que me encontré con él. Venía yo de Sevilla en el Seat 600 de entonces y oí en la radio, la triste noticia de la muerte de Juan Belmonte. Paré en la Venta de la Plata a tomar algo y allí me encontré con Rafael que estaba con unos amigos. Me recibió con la alegría y las bromas de siempre, por lo que comprendí que no sabía nada de la muerte de su hermano. Había pasado el día en el campo y entonces no había tantas radios o teléfonos móviles, por lo que estar en el campo, era más bien, estar aislado de todo. No tuve valor para darle la triste noticia, tomé una cerveza con él y  me marché en cuanto pude, alegando que tenía prisa. A los pocos meses me fui al Reino Unido y no volví a verle.