sábado, 22 de octubre de 2011

CASO MARTA DEL CASTILLO

Yo no le llama CASO, le llamo TEATRO. tiene todos los componentes del teatro trágico. Una terrible tragedia con unos actores bien asesorados por sus guionistas-abogados, ensayando durante tres años y cambiando su papel según convenga y que ha despertado una gran expectación entre el público. La obra se estrenó, por fin, la semana pasada y este fin de semana tenemos el entreacto, para ver la segunda parte el lunes.
¿Se sabrá la verdad, toda la verdad y solamente la verdad?, No creo, porque si hace algún tiempo se usaba esa formula para jurar antes de declarar:; formula que se sigue usando en muchos países, jurando sobre la Biblia  el Corán o el libro de Buda, en esta España tan progresista, se está imponiendo el prometer. Y está claro, si se promete decir la verdad, las promesas se cumplen o no se cumplen. Lo he visto por mis propios ojos la semana pasada. Citado a declarar la semana pasada ante la Juez que lleva el caso de la denuncia de los socialistas contra el Alcalde de mi pueblo, juré decir la verdad y la dije. Cuando me dieron mi declaración para firmarla, pude comprobar que había JURADO/PROMETIDO. O sea, como a los políticos que no juran sus cargos. Supongo que ya no existe en el código penal el delito de perjuro, o ¿se ha introducido el delito de "perprometo"?. Con esta modalidad, los implicados y los testigos pueden declarar lo que más les convenga o les recomienden, con lo cual será imposible saber la verdad,
La Policía y la Guardia Civil, se ve impotente en sus interrogatorios porque hay que tener en cuenta la presunción de inocencia, los derechos humanos (más de los criminales que de las víctimas) por lo que tienen que aceptar lo que buenamente quieran decirles, Me viene a la memoria un chiste que se contaba cuando la guerra de Corea. Los guerrilleros coreanos que matan en una emboscada al general Mc.Fulano y ni la CIA ni el FBI pueden encontrar a los asesinos. Había por allí un español de Coria del Río, que dijo que en su pueblo había un sargento de la Guardia Civil que lo descubría todo. Envían un helicóptero de la base de Morón, que tuvo que aterrizar en la placita que los hermanos Peralta tenían detrás de su casa para entrenar a sus caballos (Rafael me aseguró que no fue verdad), a recoger al sargento, llevarlo a Morón y desde allí en un B-42, llevarlo a Corea. El sargento se adentró en la selva y media hora mas tarde regresó con dos coreanos que declararon haber matado al General americano, a Calvo Sotelo en Madrid y a Manolete en Linares.
Mi buen amigo Gracian, que es más radical, dice que lo que había que hacer era quitarle a los implicados todos los policías que les protegen del público y dejar que estos les pregunten donde está el cuerpo de Marta. Seguro que lo confiesan aunque después los cuelgan de las farola. Y se acuerda, ya que estamos de teatro, de Lope de Vega y Fuenteovejuna y hace su verso particular. ¿Quién mató al violados? / El Justiciero, señor / Y ¿quién es el Justiciero? / El pueblo entero.  
Que se haga justicia es lo que esperamos todos, como esos padres que, demostrando una enorme entereza, llevan sufriendo la muerte de su hija y la terrible impotencia de no poder darle cristiana sepultura. Que los culpables cumplan sus penas integras y no como los terroristas que salen a la calle mucho antes de su tiempo. Por algún lado he oído que se han recogido más de millón y medio de firmar pidiendo la restauración de la cadena perpetua. Petición que el gobierno que salga de las urnas el 20.N, debería tener muy presente.