domingo, 29 de noviembre de 2009

EL PADRE COLOMA




Cuando empezamos a estudiar Literatura Española en los primeros años del Bachillerato del Plan 1939 y aunque algunos no le crean, se estudiaban las obras de Juan Ramón Jimenez y de Garcia Lorca. A todos con 12 o 13 años nos encantaba Platero, leíamos a escondidas el Romancero Gitano y nos sabíamos de memoria aquello de: Que yo me la llevé al río......Claro que los jesuitas de entonces, puntualizaban que Juan Ramón paseaba por las colinas con Platero en vez de ir a Misa y Garcia Lorca escribía poemas sobre toreros y gitanos. Lo de la Casada Infiel lo encontramos los estudiantes por nuestra cuenta y despertaba nuestros primeros deseos juveniles hacia el amor prohibido.
A mi me llamó la atención otro escritor, algo olvidado ahora, pero si promocionado entonces por sus compañeros de Congregación, Luis Coloma Roldan, jerezano, cadete naval, abogado, periodista, escritor y que entró en la Compañía de Jesús y escribía con el nombre de El Padre Coloma. Murió en Madrid en 1915. Muchos recordamos la película que Juan de Orduña produjo de su novela Pequeñeces, la obra maestra que fue clásica del cine español.
Yo siempre he recordado uno de sus relatos, cuyo nombre no recuerdo, que contaba lo siguiente:
Un rey de un país lejano, viendo que en su reino había muchos ricos y más pobres, decidió confiscar fincas, propiedades y dinero y repartirlo todo por igual a sus súbditos, para que todos pudieran vivir igual.
Al cabo de varios años, comprobó con sorpresa que otra vez el reino estaba dividido en ricos y pobres. Solo había una diferencia, que algunos ricos de antes eran ahora pobres y algunos pobres de antes eran ahora ricos.
A mi me llamó la atención, acabados de salir de una cruenta guerra civil contra el comunismo que quería hacer lo mismo en el mundo, que el Padre Coloma, fallecido dos años antes de la revolución rusa de 1917, tuviera esa visión de lo que podía conseguir ese sistema a la larga. Lo vemos ahora en la riqueza de los dirigentes rusos y los pocos comunistas que quedan como Fidel y Hugo. Con inmensas fortunas amasadas, mientras el pueblo tiene lo mínimo o pasa hambre.
Saqué entonces una conclusión que he mantenido toda mi vida, como solución social de los problemas de la riqueza. La igualdad de oportunidades para los que tienen y para los que no tienen.