viernes, 19 de abril de 2019

PREGON EN LONDRES VI

Mañana de Viernes Santo. Como solían decir los serenos: ¡Las nueve y media y lloviendo!. En Higuera, si. Pero en Sevilla todavía no, aunque las dos Esperanzas, Triana y Macarena, o si usted lo prefiere, Macarena y Triana, ya han anunciado que adelantarán sus entradas para evitar la lluvia que amenaza.
Y me ha venido a la memoria aquellos años cincuentas del pasado Siglo, cuando a esta hora estaba desayunando en casa de mi abuela, después de una buena ducha para quitar el cansancio y el sueño de haber acompañado al Gran Poder  en su recorrido por las calles de Sevilla. Todavía sobraba tiempo para recoger a la novia y llevarla a ver la entrada de la Macarena, que en aquello años nunca tenia prisa para recogerse. Lo mismo podía ser a la una que a las dos.
Los tiempos cambian. Y en mis tres últimas salidas, ya en este Siglo, cuando volvía a casa de mi hermana, me iba derecho a la cama hasta mediodía y veía las entradas de las Esperanzas en la tele. Como voy a hacer hoy, pero bien descansado y después de ver a la Macarena saludar a las monjas del convento de Santa Clara en su camino a la calle Feria que le llevará a su casa.
¿Y que mejor ocasión, para aprovechar a recordar lo que el Padre Cué escribió sobre sobre una niña que en aquella calle vivía.

LA NIÑA DE LA CALLE FERIA


Ay, aquella ventanita
de la calle de la Feria
donde se asoma la niña
de cutis azul y ojeras, 
la niña que mira triste
y está enferma.
Siempre, cuando pasa el palio
verde de la Macarena
se para ante la ventana,
 y como es la calle estrecha,
saca su brazo de luna
y acerca el palio y lo besa...
Y en el terciopelo verde
sus labios de rosa seca
dejan temblando un suspiro
junto a los flecos de seda:
"¡Tú que pasas, Esperanza,
sáname, que estoy enferma!"
Y se cierran los cristales
y la procesión se aleja
y en el bordado del palio
una flor más centellea
como los ojo con fiebre
de la niña azul enferma.
Un año más. Viernes Santo.
Ya vuelve la Macarena. 
Ya está junto a la ventana
buscando un beso de seda...
Por detrás de los cristales
se asoma la niña enferma...
Pero no sale, le daña
la brisa del alba fresca
y tras los cristales llora
más azul cutis y ojeras...
En el palio tembloroso
que en el cristal se refleja, 
ponen un beso sus labios
cárdenos de rosa seca.
"¡Tú que pasas, Esperanza,
sáname, que estoy enferma!"
Y se pega a los cristales
su piel de cristal con venas, 
y hay un sollozo en el alba
mientras la Virgen se aleja.
Un año más. Viernes Santo.
¡Ya no pases, Macarena!
¡Ya no te espera la niña
azul de la calle Feria!
No hay nadie tras los cristales,
nadie en la ventana ciega, 
nadie que te ponga un beso...
¡Ya no pases Macarena!
Que si al pasar, tus reflejos
en la ventana se espejan, 
se quebraran los cristales 
de desilusión y pena
como se quebró la vida
 de la niña azul y enferma...
Ya no hay nadie en la ventana,
 ¡No pases ya Macarena!
"Deja pase, que pase..."
(cantó en el alba una estrella)
"Ella aquí no es Esperanza,
ni yo aquí soy rosa seca...
Ella es toda posesión
y yo rosa fresca, fresca...
Que pase, si en mi ventana 
se copia el palio, no temas,
me asomaré a mis cristales
para besarlo, hecha estrella,
y se quebrarán de gozo
como un aplauso en la fiesta..
Viernes Santo. Madrugada,
¡Pasa, pasa, Macarena!