sábado, 7 de noviembre de 2015

GUY FAWKES HIGHT

La noche de Guy Fawkes se celebra en todo el Reino Unido, con hogueras, estilo Alicante la Noche de San Juan, para recordar la noche que Guy Fawkes, quiso destruir el Palacio de Westminster, sede del Parlamento Británico, 5 de Noviembre de 1605, y no lo consiguió. También le llaman Fireworks Night o Cracker Night, porque a la vez que las hogueras, se queman fuegos artificiales y petardos en recuerdo de la pólvora utilizada por un grupo de católicos a la ordenes de Guy Fawkes en desacuerdo con el Gobierno. (Guy se pronuncia en inglés "Gay", pero no quiere decir que el tío fuera maricón, sino que simplemente era su nombre de pila). Quedó bien demostrada su hombría y valor.
Esta tradición, se mantiene el cabo de más de cuatrocientos años, de distintas formas y sobre todo en áreas rurales donde intervienen todos los vecinos, algo así como la Noche de la Sangría de San Antonio de mi pueblo. Es tradicional asar manzanas y patatas en las hogueras y tostar, pinchados en un palo, unos dulces llamados "marsh mallows" (ni puñetera idea de cómo se traduce), un dulce hecho con gelatina, azúcar, jarabe y esencia de una especie de malva que se cría en lugares pantanosos y que tiene un aspecto esponjoso.
Asistí a una de estas fiestas en el pueblo natal de Patricia llamado Nantyffyllon, pedanía de Maesteg en el condado de Glanmogan, cerca de la costa entre Cardiff y Swansea, pero metido en la montaña. Pueblo que fue minero, con cerros cubiertos del negro polvo del carbón y ahora de verde monte desde que cerraron las minas. Pusieron como disculpa la terrible desgracia ocurrida en Aberfan, en la que un corrimiento de tierra sepultó una escuela y murieron 144 personas, de ellos 128 niños en 1966. Desde entonce se han ido cerrando minas, importando carbón de Polonia (más barato pero de menos calorías) e industrializando toda la zona.
Llegamos una tarde a pasar el fin de semana con la familia y nos encontramos con que celebraban la Noche de Guy Fawkes. Fuimos toda la familia, incluido niños, a la explanada común cubierta de fino césped, donde los equipos locales jugaban al fútbol y al rugby, siendo Gale más rugby que fútbol. La gente alrededor de una gran hoguera, donde se quemaban hasta mesas y camas viejas, para quitarse el frío, mientras en otra hoguera se asaba, al estilo antiguo una ternera atravesada por un hierro que le hacia girar constantemente sobre las llamas. Había que pagar un vale y con él te daban un plato con un buen trozo de carne y una patata asada. Unos barriles de cerveza era la única bebida a precios asequible y las madres llevaban los resfrescos para sus hijos menores.Se podía repetir, la carne y la cerveza y a las doce de la noche todo el mundo a casa, cuando ya los barriles de cerveza se habían agotado y de la ternera solo quedaban los huesos. Hermosa fiesta algo primitiva pero amable y divertida para todas las edades. Los niños en un gran castillo hinchable, columpios y otros juegos. No tuvimos ocasión de volver, porque en días de trabajo era imposible ir y volver con un total de casi quinientos kilómetros y el peligro de los test de alcoholemia que ya existían desde 1970.
Yo pasé el primero y, el único hasta hoy, en 1972. Tuve mucha suerte, porque volvía de una cena y una larga sobremesa, con puro y coñac, y estoy seguro de que el famoso globito de entonces no funcionó bien. Pero aprendí del susto y tengo mucho cuidado de no pasarme.
Hay países y pueblos que conservan sus tradiciones por años y años y otros que desgraciadamente las olvidan o, lo que  mucho peor, las cambian por otras importadas. Claro ejemplo: Aquí en Higuera se ha perdido la costumbre de pedir "los tosantos", por el "halloween", que es una contracción lingüística de "All Hallows`Eve" (Víspera de Todos los Santos) que se ha convertido en noche de brujas, zoombies y muertos vivos, cuando en realidad tiene un origen celta que se exportó a EE.UU. Posiblemente la única relación con nosotros sean las meigas gallegas.
Este año, en vez del "tostón de castañas", ha habido chuches, disfraces y hasta un "Taller de Calabazas" y "El Internado del Miedo", gracias a las nuevas tecnologías. Es decir, móviles, tablets y otros artilugios que todos nuestros jóvenes manejan y que son más caros que un kilo de castañas y además, no se pueden comer. Yo diría que todo esto vine de la sociedad de consumo, que tiene que producir y vender. Menos mal que conservamos nuestra Cabalgata de Reyes Magos, ya casi centenaria. Pero cada vez está más introducido el Árbol de Navidad y el Papa Noel, Santa Claus, San Nicolás o Father Christmas, para disfrute de los niños y las tiendas de regalos, que hacen su agosto en diciembre y en enero-