Solo quedan diez días de campaña y uno de reflexión para que los españoles decidamos quién nos va a gobernar durante los próximos cuatro años. Todas las encuestas, sobre el debate a cuatro de Antena 3, dan como ganadora a Soraya Sáenz de Santamaría y como perdedor a Pedro Sánchez. Anoche en 13TV, la pregunta era quién había sido el ganador del debate entre Soraya e Iglesias. Los otros dos ya los habían descartados, La pugna estuvo todo el tiempo, arriba y abajo entre los dos y entonces se me ocurrió hacer una prueba. Llamé votando por Soraya y una voz me respondió: "Su voto ha sido registrado". Volví a llamar a los pocos minutos, esperando que contestaran que mi voto ya había sido registrado. Recibí la misma contestación que la primera vez, en vista de lo cual volví a llamar tres veces más, dándole cinco votos en total. No se quién ganaría al final, porque antes de que terminara el programa, desencantado por el método, me fui a la cama. Ese truco ya lo habíamos utilizado en Londres en las elecciones generales de 1986, cuando, en una encuesta telefónica organizada por Radio Espectrum Internacional, le dimos al Partido Popular el 75% dejando el PSOE con el 25%. El resultado fue del 44% a favor de Felipe González y el 26% a favor de Don Manuel. Parece mentira que al cabo de treinta años y a pesar de las rapidez de avance de las tecnologías, no se haya descubierto todavía un método para poder controlar que la misma persona pueda no votar todas las veces que le de la gana, al menos desde el mismo teléfono. Esto es un ejemplo de la credibilidad de las encuestas, que como me dijo Aznar, son creíbles al día siguiente de las votaciones.
Ayer el foco de la campaña se centró en Sevilla con Rajoy y en Cádiz con Rivera, tratando de rebañar votos de la mayoría socialista de Andalucía, mientras Sánchez hacía lo mismo en Galicia de mayoría popular. Rajoy cargó duramente contra Sánchez y también contra Rivera e Iglesias, a la vez que Rivera cargaba contra Rajoy y Sánchez. Lógico y normal en las campañas. Rajoy mencionó el peligro de los "experimentos cuando necesitamos tranquilidad, equilibrio y seguridad", que mi amigo Gracián traduce por " más vale malo conocío que bueno por conocé". Sánchez por lo contrario volvió al manoseado tema de "paro, corrupción y desigualdad", como si en su Partido no hubiera desigualdad, no hubiera corruptos y no hubiera sido responsable del mayor paro registrado en la España democrática. Rivera criticó al Gobierno por prometer la creación de puestos de trabajo, porque "el empleo no lo crea el Gobierno".Totalmente de acuerdo. Pero lo que si hace el Gobierno, y lo está haciendo bien y con buenos resultados en crear las condiciones necesarias de estabilidad política y dar la confianza a inversores y empresarios para que los creen. Con la nueva joven política, queda por saber si esas condiciones se darán. Por ahora ya hemos visto, que en ciudades donde hay nuevos gobiernos de los jóvenes (o menos jóvenes) políticos, hay proyectos parados o cancelados e inversiones pendientes.
¿Quién puede confiar en políticas nuevas, cuando la política tiene años, desde que la última palabra la tenían precisamente, los Consejos de Ancianos. Y es que: "El diablo sabe más por viejo que por diablo". Entre los 34 años de Rajoy desde que en 1981 fue elegido diputado en las primeras elecciones gallegas y los 9 años de Rivera desde que fue elegido diputado en las elecciones catalanas del 2006, hay una diferencia tan enorme, que no es necesario dudar. ¿Le dejaría usted el timón de un barco lleno de pasajeros el primer grumete sin experiencia que se presentara?. Pues yo, no.
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