domingo, 11 de junio de 2017

EL ADIÓS A LA PATRONA

Despedida un lunes  de mayo de 1961
Casi me lo pierdo. Cuando llegue a la Ermita de San Antonio, ya estaba la Virgen allí. Y eso que  vivo cerca y además fui en coche para poder acercarme al cruce del antiguo puente de los Cocederos y evitarme los repechos de la vuelta cuesta arriba. De la única cuesta que tenemos según un médico de Sevilla que pasó por aquí un día y al decirle que había muchas cuestas dijo que no había más que una, pero que empezaba en los lavaderos de la entrada y terminaba en la ermita de la sierra.
Casi me pierdo el "Adiós" y le eché la culpa a las campanas que están mudas desde ayer tarde, cuando se declararon en huelga "de badajos quietos" amparadas en las nuevas tecnologías. Fallo del control electrónico y falta de un campanero que tire de las cuerdas o suba la escalera para tocar a mano. Tampoco oí ningún cohete. No se si con tantos terroristas se ha encarecido la pólvora o es restricción del Infoca, en prevención de incendios.
Cuando vi a la Virgen perderse por la carretera de La Granada, volví a casa y por el corto camino me vino al pensamiento una sola pregunta: ¿Podré decirle adiós a nuestra Patrona el año que viene?.
¿Sentimentalismo? Pues si y con razón. Una hora más tarde se celebraba el entierro de Rosario Romero. Otra de mi generación que nos dejaba. Vamos quedando pocos y, visto como está el mundo, nos queda la duda de qué dejaremos a las nuevas generaciones, No solo a nuestros hijos, sino a nuestros nietos.
Cuando el furgón se llevó a Rosario camino del cementerio, me fui a ver a mi hermana que se mueve en silla de ruedas. Vi pasar camino del comedor a Ricardo, María Rita, Antonía, Maria, José Manuel, Matilde, Vidal, Claudio y el resto de los "Abuelos y Abuelas", que es como le llaman allí. Me fui al molino y me tomé una cerveza con la viuda de mi primo José Luis y su hermana y saludé a Pili. Todas de mi generación. Me volví a comer a casa con los otros dos Rafaeles, no sin antes saludar a Fernando y su mujer y a Pepita y su hermana María Luisa a la que no veía desde hace lo menos sesenta años.
Después de las noticias, con el entierro del héroe español que dio su vida defendiendo a una mujer, al ser apuñalado por la espalda por un criminal terrorista en Londres, también hay héroes en otras generaciones, vi a otro héroe, en este caso, deportivo, ganar para España su décima copa en el torneo de tenis de Roland Garros. Ahora me entero que Los Pajaritos y Jacarandá están cerrados. Así que con el ánimo más alto, me iré a San Antonio a esperar la vuelta de los Romeros y seguir con la nostalgia del pasado.
Usted que me está leyendo, espero que me perdone por todo esto que acabo de contarle. Pero no puedo olvidar de que a estas horas, hace sesenta años, estaba a caballo, con una guapa jineta a la grupa, subiendo a galope por la cuesta del mentidero para llegar a la casa del Mayordomo de turno, que nos ofrecía la última copa que cerraba la Romería. Todo ha  variado mucho. La última copa me la tomé solo y en casa.