Esta mañana he desayunado mientras oía a José Bono en Onda Cero. A Dios gracias, debo de tener un estómago a prueba de bombas, porque no se me ha indigestado el desayuno. José Bono, el albaceteño socialista, hijo de un alcalde falangista que alguna veces pincha o corta como una buena navaja de su tierra y otras habla con una persuasión y una convicción, que parece un obispo de la religión de la que presume. La católica. Aunque se declara a favor del aborto y así votó a favor de la Ley. Allá él con su conciencia.
El que fue Diputado por Albacete, Presidente de Castilla la Mancha, Ministro de Defensa y actualmente Presidente del Congreso de los Diputados. Esto, en política. En su vida privada ha prosperado más y más rápido. Se ha hablado y publicado sobre su fortuna personal, sus propiedades inmobiliarias y sus cuadras de caballos de pura sangre. Pero la Fiscalía ha archivado todas las denuncias y borrón y cuenta nueva. Al parecer, Bono justificó unas entradas anuales de el y su ex-mujer de un millón de euros. Lo que no se, es si justificó también, el regalo de dos caballos pura sangre del constructor Rafael Santamaría, valorados en más de 200,000 euros, a la Hípica Almenara para que los montara su hijo en competiciones. A cualquiera, sin necesidad de calculadora, le parecerá que los dos caballos valen mucho más que tres trajes. Vamos, que con 200,000 euros se pueden comprar 200 trajes de mil euros cada uno. Y es que la Justicia tiene una vara de medir para los socialistas y otra más dura para los peperos. ¿Hasta cuando?.
Bueno, la entrevista de esta mañana no merece la pena ni comentarla. Yo le puse más atención a que la tostada tuviera suficiente aceite y el café estuviera calentito.
Después repasé el ABC de ayer y por el Recuadro de Antonio Burgos me enteré de la muerte de Antoñito Procesiones, también conocido como Antoñito Cofradias o Antoñito Marcha Turca. Lo de Marcha Turca, no se de donde viene, porque la marcha que le gustaba a Antoñito, era "Amargura". Como dice Burgos, era un niño grande que ya era feliz en la tierra antes de llegar a la Gloria. Yo no le veía desde principio de los sesentas y Burgos me ha recordado el día, que en una conferencia de Don Esteban Bilbao en el Ateneo de Sevilla, Antoñito se levantó y se bebió el vaso de agua del conferenciante "Porque estaba fritito de sed". Cuando estudiantes, le teníamos mucha simpatía, pero con algo de crueldad, aunque sana, contábamos aquellos de que, debido a sus pies grandes y planos y su forma de andar, el día del Corpus, volvía a la Catedral con una pila de romero arrastrada que le llegaba a la cintura. Lo contábamos sin maldad. Que en paz descanse.