martes, 18 de octubre de 2016

ROMPER PROMESAS

Me prometí dos cosas el pasado día 12, día de la Virgen del Pilar, de la Raza, de la Hispanidad o Fiesta Nacional. Escoja usted el nombre que más le guste que para eso hay libertad de opinión. Me prometí no escribir de política hasta que el PSOE no se defina en sus ideas e intenciones y no quitar la bandera de España de mi balcón hasta que tengamos Gobierno.
La primera promesa la voy a romper ya. Acabo de ver y leer la noticia más sorprendente e inesperada que hoy publica ABC. La exhibición en Barcelona de la estatua decapitada de Franco para que la rojeria la ultraje con pintadas y escupitajos. ¿No dice la Memoria Histórica de Zapatero, que hay que eliminar todas las señas del franquismo?. Pues si es así, doña Ana Colau se ha saltado la Ley al sacar la estatua del almacén. Claro que eso no es de extrañar cuando los políticos radicales catalanes se saltan hasta la barrera de las plazas de toros, las sentencias judiciales y nuestra Constitución.
El rey Carlos I de Inglaterra fue juzgado por "alta traición y otros altos crímenes" en 1648 y ejecutado el 30 de enero de 1649. Cuenta la historia que era costumbre que los verdugos, después de decapitar al reo, levantaran la cabeza mostrándola a la muchedumbre como "la cabeza de un traidor". En este caso no se usó la frase y el líder revolucionario, Oliver Cromwell tuvo la gentileza de ordenar que cosieran la cabeza al cuerpo antes de entregarlo a la familia para su entierro en la Capilla del Castillo de Windsor.
Exhibir la estatua decapitada de Franco, más de tres siglos después, es algo tan inaudito que no encuentro calificativo que aplicarle. En la Transición, todos los partidos políticos acordaron pasar página y mirar hacia un futuro en paz y armonía y ahora han surgido otros que buscan el revanchismo, llenos de ira y rencor por hechos de los que no conocen más que lo que les han contado. ¿Donde está la Democracia, que los radicales invocan a todas horas?.
En un viaje a Valencia en 1984, al año siguiente de la polémica retirada de la estatua de Franco de la Plaza, ya denominada del País Valenciá, le pedí al taxista que me recogió en el aeropuerto que me llevara a una oficina que estaba en la calle X. Me constestó que la conocía muy bien ya que estaba junto a la Plaza del Generalísimo. le pregunté que si era la misma que la del País Valenciá y la contestación fue la que va a leer con las mismas palabras de un taxista joven, que por supuesto no había conocido la Guerra Civil ni los años posteriores: "Para mi será siempre la Plaza del Generalísimo. Allí nací y me crié, ya con ese nombre. Nunca deberían haber quitado la estatua de allí que forma parte de nuestra Historia, que buena o mala es la nuestra. Si creemos en la democracia deberíamos haberla dejado para que la gente que la vea le diga "me cago en tus muertos" o "olé tus cojones".Perdonen las expresiones, pero eso es los que dijo textualmente.
La segunda promesa la sigo cumpliendo. Espero que no tenga que esperar mucho tiempo.