Acaba de finalizar la votación para la pretendida investidura de Pedro Sánchez. Resultado 130 votos a favor, 219 en contra y 1 abstención. Fracaso total. Ya lo sabía. Como la canción que se editó con una nueva versión en memoria de Monna Bell, aquella joven cantante chilena que ganó la primera edición del Festival Internacional de la Canción de Benidorm en 1959 con el título que todos los de mi edad recordaremos de "El Telegrama" o "Un Telegrama de Amor". Fue la canción de los jóvenes de los años sesenta y en 1982, se volvió a editar en recuerdo de la cantante ya fallecida y con unas modificaciones en la letra, que añadía en el estribillo la repetición de "Ya lo sabía", cuyo nombre se le quedó. Pues a Pedro Sánchez, que no tiene ni mucho menos la edad para haberla bailado o al menos escuchado, le ha pasado lo mismo. "Ya lo sabía, que enamorarme no me convenía. Ya lo sabía, de alguna forma de lo suponía. Había algo que me lo decía, pero nunca lo escuché".
Exactamente la reciente historia de Pedro Sánchez. Se enamoró (políticamente) de Pablo, que demasiado exigente lo quería todo para él. Se enamoró (políticamente) de Alberto, menos exigente que el otro y no escuchó al único que le decía la verdad. 17 veces 17, rechazó la mano tendida de Rajoy, que le ofrecía el mejor pacto para España. Es más, el mejor pacto para él y para su partido. Pero como los socialistas son expertos en buscar siempre algún responsable, lo se por propia experiencia, ya andarán diciendo que la culpa del fracaso de esta tarde es de Rajoy.
Nunca escuchó algo que se lo decía, y se ha jugado, inconsciente e innecesariamente, no solo su futuro, sino el futuro de su Partido. Toda España está convencida de que tampoco va a ganar la segunda votación el viernes a la misma hora. Siendo ateo, no creo que espere un milagro. Nadie espera que en 48 horas que le quedan vaya a conseguir los necesarios apoyos, con lo cual no solo estará políticamente muerto, sino que dejará un Partido dividido y roto, que es lo que el de La Coleta está esperando para liderar la izquierda española. Se ha visto hoy claramente. El contrario, enemigo, oponente o adversario de Podemos no es el Partido Popular. Es el Partido Socialista.