sábado, 19 de marzo de 2011

LOS SOCIALISTAS NERVIOSOS XIV

Rodriguez Torrijos en la toma del marisco


La pasada noche, en uno de esos ratos en que mi pierna no me deja conciliar el sueño hasta que le encuentro la posición adecuada, se me vino a la memoria el artículo de ayer. Llegué a la conclusión de que había sido demasiado blando y se me habían quedado cosas en el tintero (quiero decir en el disco duro, no del ordenador sino en el de mi cabeza).
El señor Rodriguez Torrijos debe basarse en la Ley de la Memoria Histórica para proponer lo de condenar el franquismo e ilegal zar a los partidos políticos que no lo condenen. Y claro, se me vino a la memoria lo poco, pero muy importante, que yo recuerdo del año 36.
Para mi familia el año empezó muy triste, pues el día de Reyes, uno de los días más importantes de mi pueblo, murió mi abuelo Marcos Mantero mi entra se preparaba para asistir a Misa. En plena República mi familia y muchos higuerenses seguían yendo a Misa. Un mes más tarde mi madre dio luz al tercero de la familia a quién acertadamente, en memoria del abuelo, se le llamó Marcos. Unos meses más tarde, el 18 de julio comienza la Guerra Civil que se convirtió en incivil muy pronto, porque una lucha entre hermanos, en la que cuentan las ideologías, los odios de clases, las revanchas personales y las vendetas incontroladas, se comenten barbaridades y es imposible saber quién y por qué y que lado fue peor.
Pero vayamos a mi memoria. Mi familia tuvo que sufrir las consecuencias de ser de derechas, ser acomodados económicamente e ir a misa los domingos. En la fábrica de aguardiente pusieron una bomba, que a Dios gracias, solo causó daños materiales. En casa de mi tío Francisco, en Sevilla, tiraron otra a pleno día cuando estaban almorzando, también solo con daños materiales. Poco después, en Higuera tanto mi padre como mi tío y unos veinte más ciudadanos, incluyendo el cura párroco D. Inocencio, fueron detenidos por los rojos que se habían adueñado del pueblo,y fueron encarcelados en la iglesia de El Señor. Empezó entonces la destrucción de los altares y las imágenes de las iglesias, el saqueo, con vales sin valor, de las mercancías de las tiendas y el ataque al cuartel de la Guardia Civil, donde asesinaron a un Capitán, un Cabo y cuatro Guardias, para robarles las armas. Aquella bacanal de poder y terror quería terminar con la quema de las iglesias y los prisioneros dentro y ya habían preparado bidones de gasolina almacenado en una casa de la calle Larga. Todavía hay vecinos que recuerdan la casa y el ver los bidones.
Un higuerense ilustre, Don Manuel Fal Conde, Jefe de los Carlistas Andaluces, estaba en Sevilla y conociendo lo que pasaba en su pueblo y sabiendo lo que podía pasar con los prisiones, entre los que estaban sus hermanos Juan y Domingo, logré desviar una compañía de regulares y requetés al mando del Capitán Barrau, que el día 15 de agosto entraron en Higuera y la liberaron de "las ordas marxistas", sin que hubiera, según las crónicas, nada más que once muertos entre los que, desgraciadamente, hubo tres inocentes víctimas por eso que ahora se llama "fuego amigo".
Don Manuel Fal Conde tenía una calle con su nombre en su pueblo. Cuando Franco decretó la Unificación, la fusión de Falange Española y de la JONS y la Comunión Tradicionalista, Fal Conde no quiso aceptarlo y cayó en desgracia, hasta el punto de que estuvo amenazado de muerte y finalmente desterrado a Portugal, donde permaneció con su familia varios años. Cuando fue autorizado a volver, continuó con estrecha vigilancía policial, hasta que años más tarde le dejaron vivir su vida libremente. Con motivo de esto y por orden del Gobierno, se le quitó el nombre a la calle. Recuerdo la placa esmaltada en azul y con las letras blancas, que la familia pudo guardar en la cochera de la casa.
Años más tarde se le dedicó una calle en Sevilla, curiosamente tiene varias calles dedicadas en Navarra, cuna del Carlismo al que le dedicó su vida. Pues bueno, el señor Torrijos, al igual que Franco, también le ha quitado la calle apoyándose en la Memoria Histórica y sin tener en cuenta que también fue una víctima del franquismo. Doble vara de medir. Ganas de revolver el pasado. Intentos de volver a dividir España. Revanchismo rastrero porque España venció al comunismo.
Torticera manera de entender la democracia.
Señor Torrijos, ¿Me puede decir de algún comunista, empezando por Carrillo y terminando por usted, que haya condenado las barbaridades que hicieron ustedes?. Pues no espere usted que nosotros condenemos las nuestras. La Transición fue para perdonar, olvidar y empezar de nuevo manteniendo la paz que tantas vidas costó.

Manuel Fal Conde en la toma de Aracena