Se acaba de cumplir el XX aniversario de la inauguración de la EXPO-92. ¡Cómo pasa el tiempo!. Con este motivo ha habido una serie de actos en recuerdo del evento, se ha escrito mucho sobre ella y ABC, ayer domingo y el anterior, ha publicado dos entrevistas a los dos Comisarios que la hicieron posible.
Don Manuel Olivencia, que fue el primero y D. Emilio Cassinello que le sucedió en el cargo. He leído las dos entrevistas con mucho interés y he notado, cómo Olivencia, prestigioso abogado ha contado cosas que muchos sabíamos y Cassinello, como buen diplomático que es, cuenta otras y algunas de diferente manera. Todos sabíamos del descontento entre Olivencia y Jacinto Pellón, ya fallecido, que era el Gestor de la Expo nombrado por Felipe González y que fue objeto de una gran polémica y hasta tuvo que declarar ante los tribunales por el enorme desfase de millones en el presupuesto. Vamos, las cuentas del Gran Capitán.
Olivencia tuvo que dimitir después de varios intentos, por no estar de acuerdo con la política económica de Pellón y este le tuvo que presentar a Felipe González la disyuntiva de "Él o yo". Sin embargo Cassinello lo ve de otra forma, cree que sin Pellón no hubiera habido Expo-92. Lo cierto es que Olivencía consiguió la participación de 112 naciones (52 más de las previstas) y había procurado siempre, que fuera el Gobierno Central el único responsable económico, para que no le costara un céntimo a Sevilla, que todavía estaba pagando los gastos de la Exposición Ibero-Americana del 1929. Cassinello llegó cuando ya estaba todo conseguido. Para colmo de las rivalidades, no tuvieron ni la decencia de invitar a Olivencía a la inauguración oficial de la Muestra. Cuando lo supe, yo vine desde Londres invitado por el Presidente de la Xunta de Galicía, Don Manuel Fraga, al Pabellón de su Comunidad y por el Comisario del British Pavillion, envié una carta a ABC, que publicó a los pocos días, titulada "El Ausente".
Hoy puedo añadir mi experiencia con los dos Comisarios. Era yo Presidente del Consejo de Residentes Españoles de la Demarcación Consular de Londres, cuando en la comida anual de la Cámara de Comercio Española en Londres, conocí a Don Manuel Olivencia. Antes de la comida le pedí si me podía conceder dos minutos y amablemente y con una copa de jerez en la mano, nos retiramos a un rincón del salón. Le pregunté de qué forma podríamos conseguir que hijos de emigrantes españoles, muchos nacidos en Inglaterra, pudieran trabajar en la Expo. Con dos motivos fundamentales; que conocieran España durante seis meses y que sirvieran, con su perfecto inglés, de buena ayuda a los visitantes extranjeros. Le pareció una excelente idea y continuamos en contacto hasta que unos meses más tarde ocurrió su dimisión. Contacté entonces con la oficina del nuevo Comisario y solo pude obtener respuesta de que el sindicato socialista UGT era el encargado de la selección y contratación del personal. Resultado previsto: Los únicos españoles que consiguieron trabajo fueron tres jóvenes españolas nacidas en el Reino Unido, pero contratadas por el British Pavillion.
Al cabo de veinte años, no solamente nada ha cambiado, sino que el mencionado sindicato y su correligionario CC.OO, se han adueñado de todas las instituciones y empresas para dar preferencia a sus afiliados. Y así tenemos a los sindicatos metidos en los bancos, en las cajas, en las empresa públicas y hasta en las sopa, por cuyo motivo se llevan millones y millones de las arcas públicas, que no de sus afiliados, en beneficio de los dirigentes y sus sindicalistas y sin acordarse de sus afiliados, muchos de ellos a la fuerza, y por supuesto del resto de los trabajadores. ¿Que hacían los dos sindicatos en el Consejo de Radio Televisión Española?.
¿Reforma?, ¡YA!