jueves, 25 de septiembre de 2014

DIMISIÓN EN EL GOBIERNO

La noticia de ayer, las de hoy y todas las portadas de los periódicos, nos han saturado con la primera dimisión de un Ministro del Gobierno de Rajoy. Y lo siento. Lo siento como afiliado al Partido Popular y como español. Hemos perdido un buen político, que ha demostrado su valía desde que fue elegido concejal al Ayuntamiento de Madrid en 1983 hasta su voluntaria decisión de dejar totalmente todos sus cargos. Quizás el único político que lo hace, renunciando a un Ministerio, a su acta de Diputado y a su cargo en el Partido, para continuar leal a este como simple afiliado.
No voy a contar su historia política que todos conocen ni elogiar su labor que ha sido inmejorable, como también ha sido inmejorable su salida. Si puedo decir que lo siento por nuestro Partido que ha perdido uno de sus mejores y se ha metido en un buen lío del que no se cómo saldrá. Un lío, que no solamente es político, sino que también afecta a la moral.
Alberto Ruiz Gallardón me cae muy bien. Conocí primero a su padre José María, abogado que defendía a políticos condenados por el franquismo, confeso liberal conservador y amigo y colaborador de Don Manuel en la formación política que comenzó como Coalición Democrática, pasó a Alianza Popular y más tarde a Partido Popular. Recuerdo aquello años en Londres cuando Don Manuel ocupaba el cargo de Embajador, porque el bunquer duro del franquismo lo quiso alejar de Madrid. Allí acudían españoles patriotas preocupados por qué pasaría después de Franco y junto con los colaboradores y amigos de Don Manuel, como Rafael Cerezo Enriquez, Miguel Dols Piquer, Antonío Navarro, Carlos Mendo, Manuel Quintanilla, Manuel Flores Varcalcel y algunos más comenzó la aventura del Partido que, después de un largo y difícil   camino, gobernó en España, con mucho acierto con Aznar, y gobierna ahora con una mayoría absoluta que le han dado los españoles y Rajoy no ha querido o no ha sabido aprovechar hasta ahora. Y ya solo queda un año de legislatura.
Después de las elecciones generales de 1977, en las que A.P, solo consiguió 16 escaños y quedó en cuarto lugar por detrás del P.C. comenzamos a organizar la Gestora de Alianza Popular en Gran Bretaña. Se afiliaron muchos españoles residentes en Londres como Pepita Seijo, Roberto Moretón, Martín y Tamara Martinez, Pepe García, Juan Díaz Bueno, José María Papasey, Zita Martinez, Patricia, mi mujer, y algunos más y se nombró una directiva quedando Rafael Cerezo como presidente y yo como secretario. 
Participamos en el VI Congreso Nacional de A,P. celebrado en Barcelona en 1984. Don Manuel me pidió que en la Clausura dijera algunas palabras en nombre de los emigrantes españoles en Europa. Así lo hice, con algo de miedo ante un auditorio de más de tres mil personas, que se me quitó cuando después de denunciar cómo el Partido Socialista, entonces en el poder, estaba colocando comisarios políticos en las embajadas y oficinas del Estado en los países europeos, me dieron una buena ovación.
Allí conocí al padre de Alberto, que moriría dos años más tarde después de presentar el primer recurso contra la Ley del Aborto de Felipe Gonzalez. A Alberto  le conocí en 1986 en el VII Congreso celebrado en Madrid y volví a encontrarlo en todo los Congresos poeteriores hasta que dejé de asistir a ellos en el XIV celebrado en Madrid en 2002. También le encontré en todas las reuniones de la Junta Directiva Nacional, a la que pertenecí desde 1986 a 1996 como presidente de la Gestora, elegido después del fallecimiento de Rafael Cerezo hasta mi dimisión por regreso a España.
Aunque más cerca de la edad del padre que de la del hijo, a quién le llevo 26 años, siempre me he identificado más con Alberto con el que creo que tengo algunas cosas en común. Alumno de los 
jesuitas, que nos inculcaron las mismas ideas religiosas y morales, Afiliado al P.P. desde los primero días. Defensor del derecho a la vida. Contrario al derecho al aborto. Coherente con la ideología del centro derecha. Creyente en "vivir para la política" y no "vivir de la política".
Quisiera que, tanto los políticos de mi partido, como todos los demás sean capaces de llegar a un consenso para derogar la nefasta Ley Aido y aprobar otra, que a la vez que respete la libertad de la mujeres, respete también el derecho a la vida de un concebido. El aborto no es un derecho de la mujer, es siempre un terrible drama.
Siento su marcha pero respeto su decisión, como no podría ser de otra manera, y le deseo lo mejor para el resto de la vida que Dios le guarde por muchos años.