Como los ingleses, escudados en una isla, acostumbran a hacer las cosas a "su manera", tienen mucha cosas al contrario que nosotros. Así que conducen por la izquierda, ponen el adjetivo delante del nominativo (véase "The Yelow Submanine" contra "El submarino amarillo) y el día de la mala suerte, no es el martes 13, sino el viernes 13. Lo del 13 es igual, pero lo del viernes no me cuadra, porque para casi todos es el último día de trabajo de la semana.
A mi no me asusta el 13. nací en 13 y sigo vivo. Y no me quejo de mala suerte, aunque solo me ha tocado la lotería una vez y solo la pequeña cantidad de 200€ en un décimo de Navidad, que me costó 23. Los 20 del Estado y los 3 al PP. Rajoy, por muy gallego que sea y, por tanto, crea en las meigas, no creo que le tenga miedo al 13 y martes. Al contrario, ha tomado a una broma de la Presidenta del Congreso, el señalar ese día para el debate de la moción de censura que ha presentado el señor Iglesias contra él. Tan a broma, que ya ha dicho que no va a replicar a la censura. O sea, que no va a entrar al trapo. No le va a dar al señor Iglesias la oportunidad de que le recomiende si es mejor tomar más tila en vez de mucha cocacola, como le recomendó ayer en el Senado la portavoz de Podemos, de cuyo nombre no puedo acordarme. Ni falta que me hace.
El que puede salir escaldado de la moción, es el señor Sánchez, que es, en realidad, contra quién van los tiros. Todavía no se ha enterado de que Iglesias le da cuarenta vueltas en estrategia, que lo que quiere es acabar con un PSOE centrado para ser el Podemos quien lidere la izquierda y enfrentarse después al PP, para poder plantarle cara y quizá un día, llegar al gobierno de la nación y conseguir lo que el comunismo de Stalin no pudo, hace cuarenta años. El claro objetivo de Sánchez es una España comunista gobernada por él. A ver si nos enteramos. Y como sabe que no es tarea fácil, va paso a paso sin prisas.
Y dicho esto, quiero añadir que de verdad me gustaría equivocarme de nuevo, aunque tenga que pedir perdón a mis lectores por el terror que haya podido causarles con mi pesimista predicción.
Y dicho esto, quiero añadir que de verdad me gustaría equivocarme de nuevo, aunque tenga que pedir perdón a mis lectores por el terror que haya podido causarles con mi pesimista predicción.