Hoy hace 50 años que el Consejo de Ministros del Gobierno del General Franco creó el Parque Nacional de Doñana. Si la prensa da esta noticia hoy, diría algo así como: Hoy se cumplen los cincuenta años de la creación del Parque Nacional de Doñana por mandato del dictador Franco.
Y esto me trae a la memoria lo que me contaba un amigo que conocí en Londres, ya jubilado de su cargo en la Guardia Personal del Generalísimo. Contaba que en los Consejos de Ministros (entonces no había Ministras) dejaban que estos propusieran, debatieran, discutieran y aprobaran. Solo cuando no llegaban a un acuerdo, intervenía con un "si o no se hace" y a otra cosa. O sea una especie de democracia gubernamental, donde el Presidente tenía el voto se calidad, que decidía cuando no había acuerdos.
Pero volvamos al Parque. Si usted no lo ha visitado, ¡hágalo!. Merece la pena. Yo lo conozco desde los años 50, cuando desde el Rocio a la playa había un carril de arena y se atascaban lo coches, Yo iba en moto y tenia que llevar los pies fuera de los pedales, para apoyarlo en el suelo cada vez derrapaba en un banco de arena. En la playa solo había un chiringuito de madera con cervezas en tinajas con hielo.
Cuando volví en 1996 y empezamos a buscar donde queríamos vivir, Matalascañas fue una de la primeras playas en visitar. Patricia era una ferviente admiradora del Lince y aprovechamos para concertar una visita al Parque. Como dijo el crítico neoyorquino de Lola Flores: No se lo pierda. Por supuesto no pudimos ver un lince y al preguntarle al conductor del minibus todoterreno si sería posible ver uno, la rápida respuesta fue: Lo dudo, llevo aquí conduciendo más de seis años y todavía no he viso uno. Así que descartamos Matalacañas, visitamos otros lugares y finalmente optamos por Higuera de la Sierra. Una hora a Sevilla, hora y media a Huelva, dos a Cádiz y tres a Málaga, podíamos gozar de las ciudades y sus costas, viviendo en la Sierra.
El Coto se lo debemos a Franco, que allá por el año 1953 lo visitó para una cacería y le preguntó a Manuel Gonzalez Gordon, dueño de las Bodegas Gonzalez-Bias y a su hijo Mauricio, a quien tuve ocasión de conocer en Londres, si el plan de repoblación forestal, que estaba empezando con la siembra de eucaliptos dañaría a la caza. Le contestaron, "que todavía no", pero los Gordon contactaron con el biólogo y ornitólogo Francisco Bernis, que con su hija Cristina elaboraron un informe, que convenció a Franco de la importancia del terreno, por lo que se paralizó la siembra y la desecación de las marismas y se negoció con la organización World Wide Foundation la compra de casi siete mil hectáreas de terreno que en 1969 se convirtieron en el Parque Natural.
Lo que es realmente increíble es que al señor Sánchez, Presidente Con Votos, pero no suficientes, no se le haya ocurrido cerrar el Parque, que le debemos, como otras muchas más cosas, al llamado Dictador, sino que esté allí de vacaciones gratis total en el Palacio de Las Marismillas. Es el segundo año y ha venido en coche a Sanlucar de Barrameda para cruzar el Guadalquivir desde Bonanza. Menos mal que no se le ha ocurrido construir una pista de aterrizaje para el Falcon.
Y esto me trae a la memoria lo que me contaba un amigo que conocí en Londres, ya jubilado de su cargo en la Guardia Personal del Generalísimo. Contaba que en los Consejos de Ministros (entonces no había Ministras) dejaban que estos propusieran, debatieran, discutieran y aprobaran. Solo cuando no llegaban a un acuerdo, intervenía con un "si o no se hace" y a otra cosa. O sea una especie de democracia gubernamental, donde el Presidente tenía el voto se calidad, que decidía cuando no había acuerdos.
Pero volvamos al Parque. Si usted no lo ha visitado, ¡hágalo!. Merece la pena. Yo lo conozco desde los años 50, cuando desde el Rocio a la playa había un carril de arena y se atascaban lo coches, Yo iba en moto y tenia que llevar los pies fuera de los pedales, para apoyarlo en el suelo cada vez derrapaba en un banco de arena. En la playa solo había un chiringuito de madera con cervezas en tinajas con hielo.
Cuando volví en 1996 y empezamos a buscar donde queríamos vivir, Matalascañas fue una de la primeras playas en visitar. Patricia era una ferviente admiradora del Lince y aprovechamos para concertar una visita al Parque. Como dijo el crítico neoyorquino de Lola Flores: No se lo pierda. Por supuesto no pudimos ver un lince y al preguntarle al conductor del minibus todoterreno si sería posible ver uno, la rápida respuesta fue: Lo dudo, llevo aquí conduciendo más de seis años y todavía no he viso uno. Así que descartamos Matalacañas, visitamos otros lugares y finalmente optamos por Higuera de la Sierra. Una hora a Sevilla, hora y media a Huelva, dos a Cádiz y tres a Málaga, podíamos gozar de las ciudades y sus costas, viviendo en la Sierra.
El Coto se lo debemos a Franco, que allá por el año 1953 lo visitó para una cacería y le preguntó a Manuel Gonzalez Gordon, dueño de las Bodegas Gonzalez-Bias y a su hijo Mauricio, a quien tuve ocasión de conocer en Londres, si el plan de repoblación forestal, que estaba empezando con la siembra de eucaliptos dañaría a la caza. Le contestaron, "que todavía no", pero los Gordon contactaron con el biólogo y ornitólogo Francisco Bernis, que con su hija Cristina elaboraron un informe, que convenció a Franco de la importancia del terreno, por lo que se paralizó la siembra y la desecación de las marismas y se negoció con la organización World Wide Foundation la compra de casi siete mil hectáreas de terreno que en 1969 se convirtieron en el Parque Natural.
Lo que es realmente increíble es que al señor Sánchez, Presidente Con Votos, pero no suficientes, no se le haya ocurrido cerrar el Parque, que le debemos, como otras muchas más cosas, al llamado Dictador, sino que esté allí de vacaciones gratis total en el Palacio de Las Marismillas. Es el segundo año y ha venido en coche a Sanlucar de Barrameda para cruzar el Guadalquivir desde Bonanza. Menos mal que no se le ha ocurrido construir una pista de aterrizaje para el Falcon.
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