Y delante va el Cristo...
Y en Sevilla hay muchos. Desde el que va a lomos de La Borriquita, en Su Triunfal Entrada en Jerusalén, que hoy ha salido de la Iglesia del Salvador, hasta El Yacente en su dorada urna que el Sábado Santo cierra el ciclo de la Pasión. Y entre ellos están el de la Victoria, el de Pasión, el Gran Poder, el del Silencio, el Cachorro, el de la Sentencia, el del Amor...
Y el de la Buena Muerte, Crucificado que pasa por la calle Placentines a su salida de la Catedral y hace al poeta escribir:
La calle de Placentines.
estrecha y larga, parece
que la rasgó una saeta
con su punta fina y breve.
Es como un gemido agudo,
que se enrosca entre paredes.
De noche es un cauce negro
y hondo con luces dolientes,
de día es un río blanco
llena el agua de claveles.
La calle de Placentines
Noche del Martes... ya viene
el Cristo que va dormido,
Cristo de la Buena Muerte.
¡Que se metan los balcones
y abran paso las paredes,
que no va a caber el Cristo,
y entre esas tinieblas crueles,
da miedo que en los herrajes
las manos muertas se enreden
y el Cristo que va dormido
_de amores, me lo despierten
-vía láctea- para verle.
La calle de Placentines,
¡que se abran más las paredes!
¡que trae los brazos abiertos
el Cristo y pasar no puede!
En una franja del cielo
-terciopelo negro y breve-
se amontonan las estrellas
-vía láctea-para verle
Y los balcones le alargan
La calle de Placentines,
¡que se abran más las paredes!
¡que trae los brazos abiertos
el Cristo y pasar no puede!
En una franja del cielo
-terciopelo negro y breve-
se amontonan las estrellas
-vía láctea-para verle
Y los balcones le alargan
los tiestos de sus claveles,
para que toquen sus manos
y en sangre teñidos queden..
¡Tu sangre claveles pinta,
Cristo de la Buena Muerte;
vas como la Primavera,
cuanto te toca florece!
Los cirios copian al Cristo
pintándolo en las paredes,
crucificándolo en todas,
las casas, negro y tremente...
Cristo entre oscilar de llamas
que le amenguan y le crecen.
Al sentirlo en si, se erizan
y palpitan las paredes
y va pasando el Señor
-Cristo de la Buena Muerte-
muriendo en todas las casas,
salvando a todas las gentes,
besando la cal del muro,
dando sangre a los claveles
y midiendo con sus brazos
las calle entre las paredes...
La calle de Placentines,
estrecha y larga...¡qué suerte,
tiene la anchura del Cristo,
Cristo de la Buena Muerte!
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