Se cumple este año el primer centenario de la Revolución Rusa, que acabó con el Zar Nicolas II de la familia Romanov, su esposa, hijos y sirvientes , asesinados por los bolcheviques en julio de 1918 marcando el comienzo de la era comunista.
Dice la Historia, no la memoria d Zapatero, ni la mía, sino la de verdad, que Franco advirtió al Presidente de la República Española, Manuel Azañas, de las ideas y planes de Stalín de expansión por Europa, para lo cual estaba enviando a España comisarios políticos con la misión de interferir en el Gobierno y convertir nuestra nación en una cabeza de puente desde donde atacar Europa por el flanco Sur, mientras ello atacaban por el Este. Estrategia militar muy acertada para invadir Europa. Azañas contestó a Franco, que eso era exageraciones y falsa información, a lo que Franco replicó con un contundente. "Puedo asegurarle, señor Presidente, que donde yo esté, no voy a permitir el comunismo". Cumplió su palabra.
Hasta la prensa británica publicó en 1986, al los cincuenta años de la guerra, cuando pudieron consultar documentos secretos sobre el conflicto, que Franco había salvado a España y Europa de haber caído en manos del comunismo soviético. Don Manuel Fraga cuenta en su autobiografía, que siendo Ministro de Información sugirió a Franco la idea de permitir asociaciones políticas con el fin de abrir España a una democracia en la que podría continuar como Jefe del Estado. También recibió una respuesta certera y contundente: "Tendría que autorizar el Partido Comunista y prometí que no lo iba a permitir. Cuando yo muera, el Rey lo hará". Así fue.
La interferencia de Stalin en nuestra Guerra Civil fue claramente manifiesta, el envío de personal, tanques, aviones (los famosos Ratas, algunos de ellos capturado por el ejercito de Franco, que pude conocer en Tablada donde los usaban para prácticas de pilotos), cañones, rifles y cantidades de munición. Y sobre todo militares como Yan Berzin, Grigori Stem o Kuzma Kachanov que asesoraron a Vicente Rojo, Jefe del Estafo Mayor del Ejército de la República. El número de asesores rusos fue de 100 en el año 1936, 150 en el 37, 250 en el 38 y solo 84 en el 39. Se conoce que para entonces, Stalin estaba convencido de la derrota. El número de personal especializado fue de 772 aviadores de los que murieron 99, 351 tanquistas de los que murieron 53 y 204 interpretes, la mayoría mujeres, de las que murieron 3.
El Partido Comunista fue legalizado en la Transición y los veteranos dirigentes Santiago Carrillo y Dolores Ibarruri se sentaron en el Congreso de lo Diputados al mando de un PC moderado que acató la Constitución y la autoridad de Rey. Fue muy notable y discutida la presentación de Don Manuel a una conferencia de Carrillo en el Club Siglo XXI.
Aquel Partido Comunista degeneró en Izquierda Unida, que ha llegado a estar tan desunida que ha sido absorbida por una izquierda radical que representa al comunismo internacional, no ya de Rusia, sino de Venezuela, Bolivia o Irak (al menos son los que suenan como financiadores de Podemos. Ahora no hay nombres rusos, se les conoce como El Coleta, El Gafitas, El Sillita, El Kichi, El Rejón, El Rufián o El Tardá. Dios los cría y ellos se juntan. También hay algunas féminas, como la Colao, la Maestra, la Carmena o la Montero.
Ahora hay otras corrientes. Se habla de enemigos mundiales como Corea del Norte y China y se sospecha que Rusia está interfiriendo en el movimiento separatista catalán, como parece ser que lo hizo en las elecciones norteamericanas. ¿Habrá un nuevo comunismo que intenta mandar en el Mundo? "Po que Dios nos coja confesaos", dirá mi amigo Gracián.
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