Como cada día del año, pero mañana 9 de octubre será otro día a recordar en la Historia de España y en nuestra propia historia. Estaré frente al PC o el TV desde las nueve de la mañana esperando, como una novia ante el altar que no confía en el novio, si la respuesta a la más importante pregunta del cura, será "Si" o "NO".
El novio se llama Carles de nombre y Puigdemont de apellido paterno y Casamajó de materno, que no son ocho apellidos vascos sino dos catalanes y se ha metido en un buen lío porque no se sabe muy bien si quiere casarse con España o prefiere un divorcio de Europa. Sabe que se la juega y que puede terminar en la cárcel en Cataluña, o en el Penal del Puerto. Debe hablar catalán muy bien porque estudió Filología Catalana, después de la muerte de Franco (quizás antes no se atrevió) pero dejó los estudios y se dedicó al periodismo. En eso ha debido aprender mucho, porque es un buen experto de contar cuentos. Principalmente, cuentos políticos.
Si quieren saber más búsquelo en Wikipedia, que yo no quiero perder el tiempo y además, ya le conocemos lo suficiente. Tiene el tío suerte, porque ha sacado a relucir que su antecesor en el sueño separatista de 1931, Lluis Companys fue fusilado por Franco en 1940 como represión a su intento fallido. Lo que oculta es que el intento separatista a que se refiere fue durante el gobierno de la II República y ese intento le costó más de cuarenta muertos en una noche y la condena de treinta años de cárcel e inhabilitación para ejercer cargos públicos por vida. Solo sirvió dos años, porque en 1936, después de que el Frente Popular ganara las elecciones, lo indultaron y colaboró con ellos en la Guerra Civil, escapó a Francia y algo haría allí, porque la Gestapo lo detuvo y lo devolvió a España, donde fue juzgado y condenado a muerte. No creo que Franco lo fusilara por gusto. Los juicios de entonces actuaban así, recuerde usted los famosos Juicios de Nuremberg contra los nazis en 1945 y 46.
Volviendo al político con nombre catalán-francés, mi buen amigo Gracián traduce puig en catalán, por monte y de mont en francés, también por monte, llamándole "monte del monte" "de la "Casa mojón". Es que Gracián le encanta buscarle cinco pies al gato. ¿Tendremos la República Catalana? Va a ser que no. Porque diga lo que diga el novio, Rajoy tiene ya pruebas suficientes para que los jueces le metan en la cárcel, lo inhabiliten para siempre y devuelva todo el dinero mal gastado en su loca aventura.
La señora Ada Colau, la intelectual alcaldesa de Barcelona, que no fue capaz de licenciarse en Filosofía en la Universidad de Barcelona y se ha declarad activista política, ha pedido la dimisión de Pablo Casado, que si tiene un montón de títulos universitarios de diversas universidades, españolas y extranjera, tachándole de pirómano. Solo le ha faltado a la señora Colau acusarle del incendio de Galicia, o el más lejos de California, cuando lo único que el portavoz del Partido Popular, ha dicho en rueda de prensa es lo mismo que decimos muchos, un servidor incluido como pueden ver si leen desde el principio, que Puigdemont debe tener cuidado no acabar como Campanys. Pablo Casado, mucha más gente y yo mismo, sabemos que ya no se fusila a los traidores a la Patria y nos hemos referido a la sentencia del Tribunal de la II República por declarar la República Catalana. Lo del fusilamiento no creo que tuviera que ver con eso. Sería por su comportamiento y sus hechos durante la Guerra Civil, que no serían muy lícitos ya que le faltó tiempo para huir a Francia.
Rajoy debe actuar con la Ley en la mano y dar un duro ejemplo de como actúa un gobierno democrático, antes de permitir lo que no se puede, que sería abrir la puerta a la destrucción de la Unidad de España, primer paso para destruir la Unión Europea. Ya tenemos bastante y no olvidamos, cómo empezó todo con el Frente Popular en 1936 cuando sacaron a Campanys de la cárcel a la que le había mandado un tribunal de la II República.
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