Hay un pueblo en la provincia de Burgos que presume, y con razón, de ser el pueblo de España de habitante con los nombres más raros de todo el País. Se llama Huerta de Rey de 1,208 habitantes, algo así como nuestra Higuera, que también tiene algunos nombres raros, pero menos.
Debe tener la misma antigüedad que el nuestro, ya que el Censo de la Corona de Castilla de 1591 aparece registrado con el mismo nombre y 876 vecinos. Pero parece que hubo algun asentamiento prehistórico, ya que en el área aparecen varias cuevas y cavernas y existen señales de la civilizaciones celtas, romanas y árabes. Por allí pasó El Cid, camino de su destierro y son tan aficionados a los toros, que el anuncio de Osborne en la cima del monte Zarrazueta, que fue derribado por el viento, fue reemplazado por el Ayuntamiento en 2011.
A pesar de su antigüedad, debe ser un municipio bastante avanzado ya que tiene una magnífica página web, con amplia información, fotos y, lo que es más importante la lista completa de los nombres raros, que le ha conseguido una plaza en el Libro Guinness de los Récords. Desde el año 2008 se celebra un Encuentro Internacional de Nombres Raros. En la página web citada pueden ver la lista completa de los nombres, que aquí sería demasiado larga, pero les doy algunos de ellos, que seguramente no han oído nunca.
Evilasio, Gláfila, Filadelfo, Walfrido, Hierónides, Filogonio, Firmo, Sindulfo, Burgundófora, Alpídia o Ercilio. Y no sigo,porque he contado 392.
El nombre de Huerta de Rey, no se sabe de qué Rey, me ha traído a la memoria la Huerta del Rey de Sevilla, que tampoco se de que Rey era, si de Fernando III el Santo, Pedro I el Cruel, Alfonso XIII el Africano o Ángel Casal el de los Bolsos. En mis tiempos de estudiante en Sevilla, era de los Jesuitas y allí jugábamos al fútbol los alumnos de Villasís. Ahora es el Colegio de Portaceli y no he vuelto a jugar al fútbol, sino algunas veces (muy pocas) a la Misa de los Antiguos Alumnos.
En aquellos años, los cuarentas del Siglo pasado, era costumbre del Colegio hacer un examen del Catecismo del Padre Ripalda, que había que saberse de memoria. Era un examen curioso, todos los alumnos en fila alrededor de la clase, el primero hacía la pregunta, el segundo contestaba y preguntaba al tercero y así sucesivamente hasta llegar al final. Al final del Catecismo, no al final de la fila, porque se daban tantas vueltas como fueran necesarias.
El primero de la fila preguntaba al segundo: "Decid niño, ¿cómo os llamáis?. El librito aclaraba, "decid su nombre, Pedro Juan, Francisco, etc...." Por supuesto el Padre Ripalda no conocía la lista de nombres de Huerta de Rey. Lo más relevante del examen no era el conseguir aprobado o notable, era el no saber qué preguntar o fallar en la respuesta. A los tres fallos nos castigaban con tener que ir tres horas extras al Colegio a estudiar el Catecismo, pero para más castigo, las tres horas eran en las mañanas de los cinco días de la Feria de Sevilla, para hacernos perder la mañanita de Feria, que comenzaba con el paseo de caballos a unas horas mucho más temprano que actualmente. Tengo que confesar humildemente, que solo perdí el paseo de caballos un año. Los otros años, tuve muy buena suerte.
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