No podía ser otro, más que Pedro Muñoz Seca, que como otros famosos ya mencionados, también murió en Noviembre, hoy hace ochenta años. No en la cama de un hospital, sino en el matadero de Paracuellos del Jarama, vilmente asesinado después de ser condenado por un tribunal popular por el terrible crimen de ser "fascista, monárquico y enemigo de la República". Allí reposan sus restos, sin identificar como otros muchos, en la fosa común de Paracuellos. Y allí permanecerán porque la Ley de la Memoria Histórica solo contempla la búsqueda de los restos de víctimas del otro bando. Tan innecesario fue el asesinato de Muñoz Seca como el de Lorca, pero todo depende de quién mató a quién. Se que allí también reposan los restos del padre de Carlos, el abuelo y dos tíos de Rocio y el marido de Pepa. No quiero dar los apellidos.
Si Don Mendo fuera un personaje real, estoy seguro que ya se hubiera cargado con su espada a más de un rojo como hizo, en la comedía, con aquel moro que le pidió: No me mate, por Alá. Lo mató por aquí. "La Venganza de Don Mendo" y "Don Juan Tenorio" son la dos obras de teatro que han hecho a Muñoz Seca y Zorrilla los dramaturgos más relevantes del teatro español. En el plan de estudio que mencionaba ayer, estudiábamos ambos escritores y su obra con profundidad y creo que todos hemos leído algunas de sus obras o al menos las dos mencionadas de las que recordamos algunos versos. En algunos casos cambiando jocosamente las palabras, como las de Don Juan a Doña Inés: ¿No es verdad ángel de amor / que en esta apartada orilla / más clara la luna brilla / y se respira mejor?, Mi amigo Antonio cambiaba los dos últimos versos por: "Están asando sardinas / y hasta aquí llega el olor".
Yo sigo usando unos versos de Muñoz Seca cada vez que alguna mujer se queja del frío y estoy seguro de que alguna (si las hay) lectoras de este blog, me habrán oído alguna vez. "¿Frío has dicho? / Eso me espanta / eso me inquieta / no llevarás camiseta,/ Toma una manta".
Su nombre aparece en una de las listas de las sacas que firmaba Santiago Carrillo que reproduce Ian Gibson, irlandés nacionalizado español y muy izquierdoso (a lo mejor se escapó de Irlanda por alguna razón) en su obra "Paracuellos, cómo fué".
Nunca, hasta el último momento perdió su sentido del humor. Se dice que durante el "paseo" los milicianos le quitaron el abrigo, el reloj, la cartera y otros recuerdos que llevaba. llegó a decirle a sus asesinos: "Me habéis quitado todo, la familia, la libertad, pero no me habéis quitado el miedo". Sus últimas palabras fuero ¡VIVA ESPAÑA!.
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