Acabo de leer en ABC digital dos esquelas que me han llamado la atención. Los que tenemos cierta edad siempre miramos las esquelas, no como aquel que esperaba ver la suya, sino para comprobar si tenemos que asistir al sepelio de algún amigo. Mi hermano José María, más adicto al ABC de papel, dice que siempre lo abre por las páginas finales.
Al contrario de aquel que compraba el periódico, miraba la primera página y lo tiraba a la papelera. El kioskero extrañado le preguntó un día por qué hacia eso y el tío contestó que estaba esperando una mortuoria. Entonces le aclaró que esas venían en las páginas finales. El tío contestó que la que el esperaba, vendría en la portada. Y así fue, con la triste foto de Arias Navarro anunciandolo.
Pues hoy, en las páginas adecuadas, aparecen dos esquelas idénticas, solo que una es de una señora y la otra de un señor, los dos con los mismos apellidos. Menos los nombres de pila, todo lo demás es igual, lo que hace pensar que son dos hermanos fallecidos en el mismo día. ¿Accidente o pura casualidad? That is the question.
La muerte que anunció Arias Navarro el 20 de noviembre de 1975, que no fue por accidente sino natural, coincidió, con diferencia de 39 años con la de José Antonio Primo de Rivera, que tampoco fue por accidente, sino por orden expresa de Stalin al Gobierno de la II República Española.
Los dos grandes escritores de los dos grandes Imperios que fueron España e Inglaterra, Cervantes y Shakespeare, no murieron el mismo día, sino el mismo año del que, en este, se cumple el Cuarto Centenario. El Manco de Lepanto, a pesar de las guerra, la prisión y las penalidades, había nacido antes y llegó a los 69 años. Quizás la dieta mediterránea le ayudó. Sin embargo el Bardo de Avon solo llegó a los 52 años, posiblemente como consecuencia de las carnes asadas y las pocas verduras de los ingleses.
Otra curiosa casualidad de muertes, ocurrió en mi familia. Mi madre, que era la mayor de los cuatro de la familia Mantero Franco, tenía dos hermanas mellizas, Carmen e Isabel y un hermano, Marcos, que era el más joven.
Carmen la mayor de las mellizas, murió el 29 de julio de 1988 a los ochenta años de edad. Su hermana Isabel, que ya estaba enferma, no se enteró del óbito porque murió cuatro días más tarde, el 2 de agosto y mi madre que también estaba enferma murió, sin enterarse de la muerte de la segunda, el día 3 de agosto, a la vez que se enterraba Isabel. Creo que fui el primero en enterarme, ya que mi hermana que estaba sola con ella, al estar el resto de la familia en el cementerio y mi hermano Paco y yo en el Reino Unido, me llamó para darnos la triste noticia. Tres hermanas, que habían vivido muy unidas y en sus últimos años en tres pisos de la misma casa, fallecidas las tres dentro de la misma semana, le pareció tan increíble al párroco de la Iglesia del Porvenir, que nos contaba mi hermana, que se le escapó el comentario: "No me lo puedo creer", mientras le daba la Extrema Unción a la tercera. Antecedente del comentario que hacía la familia una vez superado los primeros días de triste dolor: "Que cara van a poner las tres cuando se encuentren allá arriba".
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