Fue la frase clave del televisivo debate electoral Rajoy-Sánchez, que cambió el rumbo de la cortesía democrática necesaria para abrir diálogo entre dos dirigentes y adversarios políticos. ¿De quién fue la culpa?. En nuestras peleas de niños, siempre quedaba la mutua acusación de :"Tu empezaste" En aquel caso todos pudimos ver (y oír) como Sánchez iba, poco a poco, descalificando a Rajoy y avanzando en acusaciones, caldeando el ambiente y buscando la ocasión de lanzar el directo insulto que colmó la paciencia gallega del adversario, que no tuvo más remedio, que contestar.
Recuerdo esto, porque la memoria política de los españoles es cada vez más olvidadiza y es conveniente refrescarla. Aunque ya da igual quién empezara, el gran problema es quién acabará. Quién acabará con este problema de incompatibilidad de caracteres personales que nos impide tener un Gobierno.
Unos dicen que Rajoy debería ceder su puesto para poder establecer el diálogo entre los dos grandes partidos. ¿En que cabeza cabe que el candidato que ganó las elecciones, deje a más de siete millones de votantes que le hemos apoyado, para que forme gobierno un perdedor con la ayuda de uno o dos perdedores más?
Otros dicen, incluyendo algunas acreditadas cabezas de su propio partido, que Sánchez debería haber dimitido la noche del 20D, al haber conseguido la mayor derrota del PSOE de toda su centenaria historia. Eso habría pasado sin duda, en cualquier país de nuestro entorno, pero Spain is different y lo estamos demostrando sin lugar a duda.
Yo digo, y creo que muchos españoles más lo piensan aunque no lo digan, que el principal motivo del desencanto político en que nos encontramos, es el señor Sánchez. Y le llamo señor por respeto a su partido y a sus votantes, porque el no se lo merece. La ambición de llegar a la presidencia del Gobierno a cualquier precio y el odio al adversario le hace ignorar que la ambición de un político debe ser el servicio a su País, que implica el servicio a sus ciudadano.
Creo que "hasta aquí hemos llegado". La portada del ABC de hoy, edición nacional y de Sevilla, descubre lo que hay detrás de Podemos y su líder Pablo Iglesias con el que Pedro Sánchez quiere formar gobierno. Lo he dicho y escrito varias veces. El mismo e idéntico método que Stalin usó en los años treinta para su intento de expansión comunista en Europa, comenzando por el flanco sur y el estratégico baluarte que podía significar una España comunista. La diferencia ahora es que el comunismo no viene de Rusia, sino de un país, Venezuela, que para colmo habla nuestra propia lengua. ¿Cree usted que Chávez iba a dar siete millones de euros a Iglesias por su cara bonita?.Pues no. Los dió por la misma razón que Stalin daba millones, tanques y armas a lo republicanos en 1936. Ochenta largos años y volvemos a lo mismo.
Sánchez debería saber, que Felipe González renunció al marxismo y aceptó la socialdemocracia europea, que en mucho de los países de la Unión, gobierna junto a la democracia cristiana a la que pertenece el Partido Popular. Y funciona. Pero su ambición le ciega y está dispuesto a sacrificar España y su propio partido con tal de llegar a la Moncloa. Quiere pasar a la historia con el nombre de Pedro El Breve y dejar como sucesor a Pablo El Leninista. ¿Es esto lo que queremos los españoles?.
Sánchez, que no Rajoy, es el único responsable de que no tengamos Gobierno todavía, con todo lo que eso significa de pérdida de la credibilidad internacional, retraso en inversiones, paralización de la recuperación de la economía y la creación de empleo y la imposibilidad de acometer todas las reformas que son necesarias. Y si, a pesar de todo, consigue el apoyo de Podemos y sus marcas blancas para gobernar, estará firmando su propia sentencia de muerte política, la de su partido y la de España y los españoles.
Está claro que "hasta aquí hemos llegado" y ahora solo cabe esperar que Sánchez rectifique y deje de una vez gobernar al que ganó las elecciones. Entre los dos y Ciudadanos formarían la Gran Coalición que España necesita para culminar la empresa de poner todo en su sitio. De otra forma sería dar un largo paso atrás y tener que volver a empezar. ¿Dejaría un enfermo de tomar las medicinas que le están ayudando a mejorar?. Pues eso es lo que Sánchez pretende. Derogar todo lo que tanta "Sangre, sudor y lágrimas" ha costado a los españoles.
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