El pasado sábado vi, en "Cine de Barrio", la película "Curro Jimenez", que no había tenido ocasión de ver anteriormente. Como ya había disfrutado de varios de los episodios de la serie que emitió en su día Televisión Española, seguí la película con mucho interés y me hizo pasar una tarde muy agradable.
Me vino a la memoria la Andalucía romántica del siglo XIX, con escritores extranjeros como Richard Ford, Prosper Marimé o Theophile Gautier, que recorrieron, admiraron y escribieron sobre aquellos años románticos de bandoleros, cigarreras, guitarras y panderetas, que tanta propaganda, buena o mala, hicieron de España y, sobre todo, de Andalucía. De bandoleros como Tragabuches, José María el Tempranillo, Pasos Largos, Flores Arocha, Diego Corrientes y ¿como no? Los siete Niños de Ecija, todos predecesores del ficticio Curro Jimenez. Mezcla de historia y leyenda, fuente de novelas, cuentos y narraciones, inspiración de pintores, músicos y escritores que hicieron famosa la España romántica. Hasta el famoso bandolero gallego Xan Quinto, se consideraba andaluz, pues dice la leyenda, aquello de "Soy Juan Quinto, gran ladrón de Andalucía, que a los ricos robaba y a los pobres socorría". Carlos Cano cantaba; "Qué maravilla / quinientos migueletes / y no los pillan, / Los buscan por Lucena / y están en Sevilla". Creo que se refería a los Siete Niños de Ecija.
Según la leyenda, los bandoleros robaban a los ricos para ayudar a los pobres. Y no solo en Andalucía, sino en el resto de España, con Luis Candela en Madrid y hasta en Inglaterra, con el famoso Dick Turpin. En Andalucía, además, tenían otra fuente de ingresos con el contrabando que pasaban de Gibraltar (que sigue pasando), el secuestro y la lucha contar los franceses.
El romántico siglo XIX dio paso al bélico XX para llegar al XXI, pero los bandoleros en Andalucía no se han acabado: solamente han cambiado. Ahora no roban a los ricos para ayudar a los pobre. Ahora roban a los pobres contribuyentes para hacerse ellos ricos, Ya no recorren los campos en caballos enjaezados, vistiendo botas altas, chaqueta corta y cubiertos con el castoreño, para refugiarse en las cuevas de la serranía de Ronda. Ahora se desplazan en coches oficiales que levan muchos caballos en el motor, visten en las mejores sastrerías y se refugian en hoteles de cinco estrellas. Las pistolas las portan los chofer y ellos los maletines con los billetes de 500 euros, que los demás no vemos. En vez de los siete niños de Ecija, tenemos a los hijos, a los hermanos, a los cuñados y a los amigos de los políticos de la Junta de Andalucía, que no temen a los "migueletes" ni a los jueces progresistas. En vez de Alí Baba y los cuarenta ladrones, tenemos a Chaves (que se retiró a Madrid) y a Griñán (que lo vamos a retirar) y no los cuarenta ladrones, sino los cuatrocientos políticos y altos cargos, elegidos por el pueblo o elegidos a dedo.
No hace falta dar nombres y apellidos, ni enumerar los robos a manos limpias, que hemos sufrido durante los treinta años de dictadura socialista. ¡Vaya lo que te espera, Javier!. Bastan las increíbles hazañas de un chofer y su jefe, que se han gastado el dinero de los parados en antigüedades, buena vida, viajes, copas en puticlubs, empresas que no han existido y, para colmo, en cocaína. Y el jefe, todavía no ha dimitido, imitando a Pepiño Blanco.
Ya es hora de que la Justicia sea igualmente justa para todos, como dice la Constitución, y no solo los meta en la cárcel por el tiempo que diga la Ley, sino que además, les confisquen todo lo confiscable y les obligue a devolver hasta el último céntimo.
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