Hoy he desayunado con Leire Pajín. Mientras me tomaba mi zumo de naranja, mi tostada de pan de pueblo con aceite y bacon y el descafeinado, apareció Leire Pajín en el televisor y me quedé a verla y escucharla. Primero hay que felicitar al cámara que tomó los primeros planos de la narizita, los morritos y la apertura de la blusa blanca debajo de la chaqueta roja. Parece ser que el rojo es el color preferido de la ministra, que le va muy bien con su saludo puño en alto.
Me ha gustado una cosa de su intervención. El proyecto de homologar los envases de los medicamentos a la periodicidad de toma de los mismos. Me parece muy bien, porque es una forma de ahorrar en envases y en medicinas sobrantes. Yo tomo varias pastillas diarias y unas vienen en envases de 28, otras en 30 y otras en 40. Sería mucho mejor si vinieran todas en treinta, con lo que me ahorraría dos o tres viajes a la farmacia, porque se me acabarían todas el mismo tiempo.
En mis treinta y cuatro años en el Reino Unido, acudí muy pocas veces a la National Health, gracias a Dios, pero tuve ocasión de comprobar que las recetas médicas especificaban el número de píldoras o los mililitros de medicinas líquidas. La farmacia despachaba la cantidad exacta en botellitas de plástico con una etiqueta con el nombre de la medicina, el del paciente y cuanta y cómo había que tomarla. De esta forma ni-ni- Ni sobraba, ni faltaba. Las farmacias tenían una buena colección de grandes tarros llenos de las píldoras más comunes a granel. Solo algunas medicinas especiales o poco comunes, venían en el envase original.
Otra cosa, por cada prescripción había que pagar una cantidad fija, que llegó, hace 14 años, a ser cinco libras esterlinas (casi seis euros) cualquiera que fuera el precio real. Los farmaceúticos recomendaban al cliente, en muchos casos, obviar la receta y comprar la medicina, que costaba menos, para aquellas que se podían despachar sin receta. El verano pasado ya había pasado a ser siete libras con veinte peniques (ocho euros con cuarenta y siete céntimos) Después de las medidas tomadas en el Reino Unido como consecuencias de la crisis, posiblemente haya subido el precio, pero hay que destacar que los niños, los parados y los jubilados tenían las medicinas totalmente gratis.
Hace unos días el Presidente Zapatero dijo en este mismo programa de TVE, que se sentía muy orgulloso de que España tuviera la mejor Seguridad Social del mundo. Yo no tengo ninguna queja seria, sino todo lo contrario, pero tampoco es de recibo el propio elogio, cuando hay cosas buenas, otra menos buenas y otras malas. Y aunque nuestros médico y enfermeras son profesionales dedicados y aceptados en muchos países, la organización en si, tiene mucho que aprender. En esto de las recetas y medicinas llevamos cincuenta años de retraso. Espero que pronto nos pongamos al día. Más vale tarde que nunca.
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