Club Español de Londres
Tienen el mismo fin que las españolas. Pero hay mucha diferencia. En mis treinta y cuatro años en el Reino Unido tuve ocasión de contactar con varias e incluso ser cofundador de una.
La primera que conocí, cuando empecé a trabajar en el sector de frutas fue The Fruits Importars Association, que unía a los importadores de frutas británicos y de todos los paises que exportaban al Reino Unido. Tenia una Presidencia rotativa ocupada por asociados de diffrentes paises y una oficina permanente de asesoramiento con un secretario y varios empleados. El secretario era el que realmente dirigía la Asociación y el Presidente hacía lo que su nombre dice: presidir. Publicaba un boletín semanal con noticias, regulaciones, tarifas de aduanas, listas de precios en los mercados y la oficina estaba a disposición de todos los asociados para cualquier consulta. Celebraba todos los años la Asamblea General y una Cena Baile en el hotel Savoy el último sábado del mes de febrero, donde, como invitado de honor, asistía el Embajador de uno de los países asociados. Como dato curioso, el Presidente que ya podía ser cristiano, judío, musulmán o
no creyente, daba gracias antes de empezar a comer y brindaba por la Reina al acabar de comer.
Hasta ese momento no se podía fumar, costumbre británica para todas las comidas institucionales. Ahora es muy posible que no se pueda fumar, como no se puede en los pubs y restaurantes. La Asociación se financiaba de las cuotas de los asociados que se fijaban en razón de la facturación anual de cada compañía, según las cuentas de resultados debidamente auditoradas. Del Gobierno, ni un penique.
El Club Español de Londres, ubicado en Cavendish Square, a dos pasos de Oxford Street, comprendía tanto a españoles como británicos amigos d España y poseía un magnífico edificio en el que, al estilo ingles, ofrecía a los socios acomodación , restaurante, bar, salones de reuniones y biblioteca a precios más económicos que los hoteles de la misma categoría. Desgraciadamente cuando restaurante españoles y paquetes turísticos empezaron a florecer en Londres, el Club empezó a decaer. Se buscó la solución de arrendar la planta baja a la Cámara de Comercio Española en Londres y así pudo continuar unos años, hasta que hace muy poco tiempo, se cerró definitivamente y la Cámara se trasladó a otro edificio. Al Club Español acudían personalidades tanto esañolas como británicas, recuerdo una comida a José María Aznar poco antes de ser Presidente del Gobierno y una fiesta de cumpleaños de Michael Portillo cuando era Ministro de Margaret Thatcher, que también acudió a la fiesta. Tampoco recibía un penique o peseta de las administraciones británicas o españolas.
Allí conocí a George Erik una tarde en el bar hablando con Juanito Plata el director del restaurante. George era el fundador del Club Taurino de Londres y los socios se reunían mensualmente en el Club para terminar con una comida. Por supuesto pagada por los socios aparte de la cuota que financiaba los gastos del club. Otro día hablaremos de este Club, pionero de los Clubs Taurinos en el Mundo y de su fundador, pero quiero adelantar que George era tan amante de España y su Fiesta Nacional que llevaba en la cartera una foto de Franco al que admiraba por haberle salvado de los nazis. Era judío.
También conocí otra asociaciones como La Cofradia Riojana y Los Amigos de la Capa Española, asociaciones de amigos a los que le gustaba el rioja, que bebían y promocionaban el vino entre sus amigos británicos y en los restaurantes donde se reunían a los que acudían tocado con la capa española ya que eran casi todos los mismos. Nada de subvenciones o ayudas,
En 1972, siendo Manuel Fraga embajador en Londres se abrió el Instituto Español Cañada Blanch financiado por la Fundación Vicente Cañada Blanch. Pero de esta fundación y el colegio hablaremos otro día con más tiempo y más largo. Con este motivo empezaron a crearse en todo el país escuelas Complementarias de Lengua y Cultura Española, para dar a los hijos de los emigrante españoles su propia lengua y cultura que no recibían en las escuelas británicas. Se empezaron a crear Asociaciones de Padres de Alumnos y estas empezaron a proliferar sobre todo cuando el Instituto Español de Emigración empezó a ofrecer subvenciones para actividades. En Maidenhead, donde yo vivía, no quisimos ser menos y entre tres amigos, José María Hernández, Manolo González y yo creamos la asociación correspondiente, APAEM (Asociación de Padres de Alumnos de la Escuela de Maidenhead) y durante tres años recibimos la correspondiente ayuda que iba relacionada con el número de alumnos. Empezamos a organizar deportes, excursiones y visitas a las que los niños iban gratis y los padres pagábamos los precios correspondientes. A los tres años vimos que aquello no funcionaba por falta de interés ya que solo acudíamos los tres amigos con nuestras correspondientes mujeres y niños, por lo que pensamos que para eso no nos hacía falta subvenciones y renunciamos a ellas, ante el asombro de la administración y la alegría de las otras asociaciones que veían incrementada sus asignaciones en un puñado de libras. No se si queda alguna de esas asociaciones o si siguen recibiendo dinero de la administración. Si existen y continúan organizando bailes, comidas y reuniones, el Centro Andaluz y el Centro Gallego que aparecen de vez en cuando en la publicación España Exterior, periódico de las comunidades españolas en el mundo, que se edita en Galicia.
Creo que está claro que entre las asociaciones británicas y españolas hay diferencias.
¿Qué pone en el disco azul?
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