Ya pasó la Navidad, sin nieve como en las postales, pero con mucha agua que falta hacía. En este pueblo hay más Nacimientos o Belenes que arbolitos, aunque, como siempre estamos abiertos a todo lo que viene de fuera, hay algún que otro Papa Noel subiendo por los balcones o dando la bienvenida en una tienda.
Ya el pueblo se está preparando para la Cabalgata con el mismo entusiasmo que siempre y esperamos que la lluvia de un respiro y podamos disfrutar plenamente. El frío no importa, pero la lluvia haría mucho daño.
La Navidad está cambiando en muchos aspectos. Uno muy notable es que se ha perdido la costumbre de la Misa del Gallo. Cada vez eramos menos los asistentes y aunque el párroco ha cambiado la hora de las 12 de la noche a otra más temprano y este año, más temprano todavía, la asistencia ha sido muy poca. Yo recuerdo las Misas del Gallo en el Reino Unido, a las que tuve que dejar de asistir, porque desde las once de la noche estaba la iglesia llena con la gente cantando villancicos y desde la calle, hacía demasiado frío.
Parece que la Cabalgata va ganando en adeptos y el pueblo entero se involucra en la preparación.
Ya hemos tenido el Pregón, muy interesante y emotivo, que nos ha recordado carrozas y personas que ya no están. Una de la carrozas que hace ya tiempo que no sale, era la ermita con los cantores de villancicos dentro. Dicen que empezaban muy bien, pero a medida que el vino iba corriendo, los cánticos se iban deteriorando, hasta el punto, que me han contado, no se si es verdad, que en uno de los años de la República, terminaron cantado el himno de Riego con aquellas letra que decía:
Si los curas y frailes supieran
las palizas que les vamos a dar,
subirían al coro cantando:
Libertad, Libertad, Libertad.
Yo nací en el 32 y por supuesto no puedo acordarme.
Pero si recuerdo una frase de alguien, que años más tarde y refiriéndose a la Cabalgata, dijo:
Es mejor olvidar todas aquellas cosas que nos dividen y recordar las pocas que nos unen.
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