De todos es sabido la cantidad de basura que generamos y la dificultad de mantener la ciudades y el campo razonablemente limpios.
Desgraciadamente en España andamos algo atrasado en esto; y en otras muchas cosas, que no vienen a cuento en estos momentos. Yo he tenido una larga experiencia en el el Reino Unido. En el centro de Londres y a partir de las cinco y media de la tarde, las puertas de los edificios estaban llenas de bolsas de basura, que un poco más tarde eran recogidas por grande camiones.
En áreas residenciales, casas con espacio en patios trasero, los ayuntamientos daban contenedores especiales con ruedas, que había que sacar a las aceras en determinados días. En los pueblos existía el mismo sistema. Recuerdo que la primera noche que pasé en Nantyffyllon, el pueblo de mi mujer en el sur de Gales, me desperté a media noche por un ruido de algo que rodaba en la calle y comprobé que era la tapa metálica de un contenedor rodando calle abajo por el empujón de una oveja que estaba buscando comida. En Worthing, donde vive mi hija, son las gaviotas las que buscan comida en los contenedores que en la calle esperan ser recogidos. Cuando yo tabajaba en Bel and the Dragon al principio de los sesentas, había en el restaurante tres contenedores, dos para los restos de comida, tanto cruda como guisada,y uno para otras basuras, como papeles, cartones y vidrios. En aquellos años no había tanto plástico. Los de la comida se dejaban por la noche a la puerta trasera y por la mañana había dos limpios para usar. Cosa curiosa, los recogía un camión que los llevaba a una finca, para alimento de los cochinos. Cuando le conté esto a mi hijo de pocos años, me preguntó si los cerdos eran antropófagos porque se comían los restos de los lomos y las chuletas de sus hermanos. Esta costumbre estaba extendida por todo el país con la fiel colaboración de los restaurante al mantenimiento de la cabaña porcina.
Unos años más tarde se comenzó la separación de basuras en todo el país, con vistas al reciclaje.
Los restos orgánicos iban al contenedor de siempre, papeles y cartones había que dejarlos amarrados en un paquete y vidrios, plásticos, metales, madera, electrodomésticos, residuos de jardines, ramas, cortes de césped y hasta aceite de cocina o coches, había que llevarlos a un centro especial y depositarlos en su correspondiente contenedor. Los sábados y los domingos por la mañana había siempre grandes colas de coches y furgonetas para entrar al recinto donde siempre había suficiente personal para ayudar a los despistados y dirigir el tráfico.
Hay que puntualizar que todo esto era gratis. Los ayuntamientos lo pagaban del "Rate Tax" , impuesto similar al IBI, que incluía estos servicios. Quiero decir con esto que los ayuntamientos pasaban un solo recibo por casa que incluía el costo de todos los servicios que prestaban incluyendo las licencias de obras menores, y que se podía pagar anual, trimestral y mensualmente.
En España ya hacemos el mismo reciclado, mejor dicho, debemos hacerlo. Falta mucho para que los ciudadanos se conciencien de esta necesidad y como hay varios recibos, IBI, alcantarillado, recogida de basura, reciclaje y entradas de garajes, el personal se retrae y hay quien dice: "Si me cobran el reciclaje, ¿por qué tengo yo que separar las basuras. Es cuestión de educación cívica, que de momento deja mucho que desear.
Un último ejemplo: en los patios de los colegios y alguna calles limítrofes hay diariamente restos de bocadillos, papeles y bolsas vacías de patatas u otras chucherías. Lo mismo pasaba en el colegio de mis hijos en Maidenhead, hasta que el director decidió sacar cada semana a una clase a recoger toda la basura en bolsas de plástico. A los pocos meses los niños aprendieron la lección y se acostumbraron a usar las papeleras, hasta el punto de recordárselo ellos mismos a algún compañero que se olvidara de donde estaban las papeleras. ¿Sería esto posible en España?.