viernes, 11 de abril de 2014

EMIGRACIÓN / INMIGRACIÓN III

 
; Mi hermano Francisco, Paco para todos y Paquirri para los más allegados, fue el tercer miembro de la familia en marchar al Reino Unido. Nuestro padre había fallecido el 1 de mayo de 1963 y mi madre y hermanos habían dejado la casa del pueblo y se habían mudado al piso que ella tenía en Sevilla, herencia de su padre, en la misma casa de El Porvenir donde habitaban sus dos hermanas. Durante el verano Paco se convenció de que no tenía nada que hacer en Sevilla y decidió probar la aventura de la emigración.
Y realmente fue una aventura que nunca olvidará. Nuestra prima Encarna, que llevaba algunos años en Londres vino de vacaciones y Paco decidió marchar con ella. El viaje en si fue una verdadera aventura. Encarna vivía en Madrid y allá se fue Paco para empezar el largo viaje en tren. Primero a San Sebastián, de allí a Irún, de allí a París. Hay que atravesar la ciudad para llegar a la Gare du nord  y de allí el tren a Calais. Finalmente el ferry hasta Dover, donde se le acabó el viaje. Después de una serie de preguntas del oficial de inmigración en inglés, del que mi hermano no tenía ni la menor idea, el oficial pensó que iba a buscar trabajo y le negó la entrada en el país. Eso si, le entregó el correspondiente formulario por si quería recurrir la decisión del oficial. 
Y aquí empezó la aventura del retorno forzado. Paco no sabía tampoco francés y solo había viajado a Huelva y Sevilla, desde Higuera. Pero se las arregló para volver a Sevilla en tres días, durmiendo en los trenes o en las estaciones y comiendo bocadillos de una mortadela que tía Isabel le había metido en la maleta. Tenía el dinero muy justo y solo compraba el bollo de pan. Luego se enteró de que si le hubieran dejado entrar, la mortadela se hubiera quedado en la aduana, como aquella de Sofia Loren, en la aduana de New York.
Primer intento frustrado por la rigidez de las leyes de inmigración, que se iban endureciendo por los abusos, no solo de los europeos, sino hasta de los súbditos de la Commonwealth.
Al año siguiente, junio del 64, mi hermano Marcos y su novia Prado, se casan y se marchan a la aventura, pero estos dos con los correspondientes permisos para trabajar con lo cual no tuvieron ningún problema. Pero esto será el cuarto capítulo, que será más corto ya que Marcos solo estuvo cuatro años
En 1970, Paco acomete el segundo intento que le salió bien. Yo ya era residente en el Reino Unido y con un buen trabajo en el sector de importación de frutas y podía invitar a la familia a unas vacaciones a mi propia casa. Aprovechando que Pepita Seijo volvía de unas vacaciones y hacía el viaje en coche, se vino con ella desde Bilbao en el ferry que hacía la ruta desde Sauthampton. Pepita era entonces Asistenta Social de la Agregaduría Laboral de la Embajada de España y se conocía todos las leyes de inmigración y sus correspondientes trampas, así que aleccionó a Paco de lo que le podían preguntar y lo que tenía que responder y sin problemas le dieron, como a  mi ocho años antes, permiso de estancia por tres meses como estudiante y bajo mi responsabilidad viviendo en mi casa.
 El director del Hotel, donde yo había trabajado de Director del Restaurante y Marcos y su esposa de camarero y camarera de habitaciones, le consiguió el permiso correspondiente y empezó a trabajar en una profesión que no conocía, pero a la que le dedicó treinta y nueve años de su vida. Después de un año, él y un amigo que trabajaba en otro Hotel, decidieron mudarse de Maidenhead a Bath, donde se asentó y vivió hasta su jubilación en el 2009,
Bath es una ciudad encantadora atravesada de lado a lado por el río Avon. Declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, es parada obligatoria de todos los turistas que visitan el Reino Unido. A menos de dos horas de Londres por la autopista M-4 o en tren, posee unas joyas arquitectónicas como los Baños Termales, la Abadía del siglo XV, la Sala de Bombas de las aguas termales convertida en restaurante y el impresionante Royal Crescente que pueden ver abajo. Hay varios Hoteles de categoría y muchísimo turismo de todo el mundo. Paco trabajó año y medio en el Francis Hotel y después encontró trabajo en el exclusivo Priory Hotel, donde se jubiló treinta y cinco años más tarde. Fue tal el cariño que tanto los dueños, directores y compañeros de trabajo lo profesaban, que a los 25 año de trabajo le dieron una fiesta con viaje sobre la ciudad en globo. El día de la jubilación, diez años más tarde, le dieron una fiesta de despedida y, como es costumbre en al Reino Unido, le regalaron un reloj de recuerdo. Paco, que tiene su sentido de humor, siempre dice, que para qué quería otro reloj, si ya no iba a tener prisa en levantarse para ir a trabajar.
Aquel verano del 2009 volvió a España y de Sevilla se vino a Higuera, nuestro pueblo, a nuestras raíces, para el resto de su vida.